Estoy feliz... Estoy rodeada de gente que sólo quiere pasarla rico, cervezas, cigarrillos... Pero no quiero convertirme en ellos.
Ser trascendental le quita alegría a la vida , le quita ese hermoso importaculismo, pero ser superficial le quita vida a la vida y cariño a las sonrisas. La cuestión es que uno sólo puede escoger un bando, no dos, porque en este juego es uno contra uno. Entonces uno debe elegir entre ser un importaculista, cerrarse y querer a dos o tres o ser pasional, estúpido y sincero, exponerse a que lo vuelvan mierda pero querer de verdad, aferrarse y encontrar esas cosas invaluables que no se notan a simple vista.
No es fácil, y no es posible ser los dos. Un importaculista no disfruta las palabras de los demás porque los significados no existen, pero para un lunático hasta la luna tiene un significado más allá de los satélites. Si un importaculista encuentra algo lindo lo apreciará en forma pero no en fondo, un lunático lo amará tanto que le dolerá. Y no hay extremos, o amas algo o no, o amas los amaneceres de excesos porque te dan esperanza de que todo va a ser mejor o te ahogas en alcohol y no lo notas.
Buscar un intermedio es ridículo porque es ridículo querer a medias a alguien que te hace sonreír. Y en un mundo donde si los términos medios son engañosos, los extremos son la peor solución. Así como no puedes querer a medias tampoco puedes poseer, no puedes adueñarte de una sonrisa o de un suspiro, porque corren libremente, son como el agua en las manos, la sientes pero se escapa entre los dedos y se lleva consigo la calidez.
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No son los extremos, no es el punto medio, entonces toca elegir, o lunático o importaculista, ninguna es perfecta; El lunático quiere mucho, sin frenos, sin restricciones y va a toda velocidad por pistas que él sólo ha creado, como consecuencia debe estrellarse con realidades ajenas y luchar por demonios prestados. El importaculista no tendrá jamás este problema porque sus autopistas no son de la ridícula y resbalosa sustancia de la que están hechos los sueños, su autopista es de concreto y sabe de otras realidades, pero el importaculista no tiene razón para acelerar, no tiene por qué ir a toda marcha porque no tiene nada para conservar, porque viaja por ahí sin ataduras y sin fotos, sin alguien a quien acudir en momentos de tristeza.
Una vez el lunático se estrella se sentirá sólo, esa sensación es dolorosa. Por otro lado el importaculista está acostumbrado, no le duele nunca, o le duele todo el tiempo... Esa esencia invisible que hace las ilusiones difusas se le escapa de sus realidades... El lunático acaba de describirla como dolorosas.
¿Y si uno quiere algo bonito alguna vez y ya no puede tenerlo? o ¿Si se quiere una vida vacía y debe pedirla prestada porque perdió la propia?. Entre las dos debe haber un límite de saltos, cuando se pasa ese límite te quedas del lado que te tocó. Puedes estar perdiendo esencia, sexo o sonrisas sinceras, puedes estar perdiendo para siempre, puedes estar no ganando nada… Puedes estar perdiendo.
Y no hay termino medio porque las cosas bonitas se cuidan o se botan, dependiendo de su utilidad, pero no se mantienen guardadas en cajas apiladas. O se es lunático o se es importaculista pero jamás los dos. O podemos pasar una temporada en la luna y otra en el culo… Y siempre sentirnos mal porque no estamos del otro lado.
- Lu