Si no supiera los nombres, las historias y la nacionalidad aún tendría mi corazón.
La personalidad de Mario debe estar plasmada en las letras, así que Mario debe ser un ser en conflicto, un ser duro que mastica la carne cruda y toma whisky sin hielo. Mario nos regala conmoción que revuelve el estómago, que te hace vomitar, que te hace desear no tener tripas. Mario mata y ve morir, sufre y ve sufrir, cubre tus ojos con una tela oscura que llena de nubes la tarde de lluvia. Mario es un golpe en la humanidad, un delirio de injusticia y unas ganas de cambiar el mundo después de reponerse del deseo visceral. Mario enfatiza la historia, la cuenta desde tan cerca que puedes sentir el miedo, puedes sentir como se te abre la piel y te sangran las emociones, y cuando estás sangrando, muerto de pánico, Mario toma un tarro de sal y te tapa la herida, tal vez te la cicatrice pero esa cicatriz debe ser producto del dolor, debe ser de esas cicatrices que no se mencionan y por la que cuesta recordar como era tu vida antes sangrar.
Las palabras de Mario fueron catalogadas como oda a la homosexualidad y la cursilería empalagosa que nos hunde en un mundo molesto y sin sentido, sin embargo sus palabras son sinceras, y toda sinceridad trae tristeza. Pero no es esa tristeza repentina que golpea con el puño cerrado el corazón y no te deja respirar, es la tristeza de las realidades, esa tristeza que se escapa en discretas gotitas que ruedan por las mejillas y te hacen pensar en la suerte que tienes por leer sus historias y no ver en ninguna tu nombre... Ese es el tipo de Mario que te roba el corazón.
Podrían los dos abordar el mismo tema y aún así uno sería un poema y el otro un epitafio. Ambos luchan por lo mismo, no por la igualdad, ni la justicia ni el amor. Luchan por ser escuchados, porque ambos Marios han tomado como profesión meterse detrás de los ojos de las personas y mover el cerebro y las tripas, pero aún así sólo uno de los Marios me hace llorar con esas lágrimas, esas que no incomodan, esas que corren por las mejillas en buses, trenes y aviones, y viajan por los caminos más oscuros para volverse habitantes de mundos desconocidos. Sólo uno de ellos puede hacerme llorar y aún así querer volver a leerlo.
Como todos los genios su leyenda se reafirma después de muerto.
Lu