Estar enamorado es un acto de fe... No es madurez, para mi es todo lo contrario. Es olvidar la fragilidad de las cosas y obligarse a soñar, porque enamorarse creyendo que las cosas se pueden acabar -para mi- no es enamorarse.
Me encanta levantarme en las mañanas y verlo aún durmiendo. Me gusta su cara de serio cuando está leyendo, abrazarlo cuando está concentrado, darle un beso, hacerle tinto... Me gusta estar en su casa, rodeada de sus cosas, sus fotos, sus plantas, así él no esté. Me gusta desordenarle la vida, llenarle el piso de talcos, regalarle libros.
Me gusta llamarlo cuando tengo problemas y celebrar con él las buenas noticias, me gusta ese segundo cuando me dice "todo va a estar bien".
Me gusta el sonido de su voz... Es una voz... Distinta... Profunda... Suave... Casi cremosa... Me gusta que me hable, me pregunte, me cuente. Me gusta su voz seria, su voz feliz, su voz neutra, su voz dormida, su boca.
Me gustan sus medias, sus sacos, sus camisas. Me gustan sus ojos, son pequeños y lo hacen parecer serio, su forma de pararse a meditar las cosas, su forma de caminar.
No me gusta cuando me pone a decidir.
...Todo se va a ir a la mierda
-Lu
miércoles, 7 de septiembre de 2016
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