miércoles, 26 de julio de 2017

Cuando el desplazamiento es cero.

Iba pensando en lo que perdí, confundida en un mar de sentimientos contrarios a la razón, sintiendo que estaba en donde ya estuve, que no quería estar allí. De repente la escuché. Tenia una cara delicada, serena, ojos grandes y cabello castaño. Llevaba con gran bolso, las uñas pintadas de rosa, la vida bien puesta, y le decía a su amiga con mucha propiedad:

"Él me dijo: "es que no nos parecemos en nada" y es verdad. Y no quiero cambiar por él, ni por nadie. Quiero cambiar por mi, por un sueño, por un antojo, por algún sentimiento que sea sólo mio. Volví a equivocarme, no lo conocí bien y por eso me desilusioné. Yo en realidad ya no siento nada afectivo por él. Pero me duele haber luchado tanto, haberme esforzado hasta el agotamiento, por algo que se acabó así como así. Eso es en realidad lo que me duele."

Ella me hizo sentir que no estamos solas en el mundo. La similitud en las situaciones quita un poco el ambiente trágico de las mismas. Era de noche, veía su cara en el reflejo de la ventana. Iba de pie, esbelta, orgullosa. No importaba cuantos escucharan su tragedia, ella sabía lo que sentía, y eso la hacía fuerte. Comprender cómo necesidad. Por un segundo, esa extraña me hizo sonreír.

Y yo, sentada en mi silla junto a la ventana, mientras el mundo pasaba a 60 km/h, yo que también fui muy distinta, que también me esforcé,  yo que estaba agotada, sonreí. Dejé salir tres lágrimas de mis ojos, y entendí que las etapas, son solo eso. La vida, es un ir y venir de ellas. Y nunca, ni aunque lo quieras, podrás volver al punto donde comenzaste.



Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...