Mientras se consumía el cigarrillo todo era claro, todo era naranja, todo era combustión.
Tal vez quemarse lentamente no es la forma.
No me da sueño.
El autocorrector cambia sueño por duelo.
No sólo depende de ti, ni de mí, ni de nosotros.
Todos podemos escribir cuentos, todos tenemos historias.
No debí comprar un reloj de manecillas, anuncia los segundos.
No se puede ir en contra del reloj, cada cambio, cada mutación va a generar que algo deje de ser como era, un estado derivado, sólo una corriente.
Caos.
Tal vez el secreto es entender que los cambios son aleatorios, estocasticos, sin intención.
Hace dos años no habría funcionado, hace uno tampoco, el reloj molecular que alguna vez corrió a nuestro favor ahora se torna en nuestra contra, amenaza, sigue.
No era sólo tú y yo, éramos tú, yo y el tiempo. Nadie tiene un tiempo perfecto, nadie ha vivido muy poco, nadie ha vivido suficiente.
Eres una montaña rusa, sólo vas dando vueltas, una montaña rusa envuelta en la niebla. Vamos a ciegas, íbamos juntos, pero no éramos.
Las montañas rusas no son impredecibles, la vida tampoco, la respuesta a todo es que es estocástico. La preciada ciencia lo enseña, pero nosotros lo ignoramos.
-¿en qué andas?
- escribo
- ¿Se te quitó el sueño?
- Ajá
- ¿estás brava o algo?
- No
- ¿Entonces que tienes?
No puedes verlo.
Quiero dormir, quiero silencio, quiero la nada. Quiero nunca haber empezado pero también quiero congelar los momentos, para alguien con mi memoria los momentos son visiones borrosas de recuerdos olvidados.
Quiero quemarme como el cigarrillo. Escuchar la combustión. Quiero estar y no estar.
Te voy a extrañar, todos te vamos a extrañar.
Las cosas adentro son oscuras, pero tibias, esa tibieza nos hace conformes, nos hace únicos, nosotros. Quiero tenerla y perderla.
Tal vez sólo tengo que esperar a que se acabe el cigarrillo, a que se queme, a que vuelva a empezar.
De la ceniza no nace un fénix y todos tenemos fecha de caducidad.
- te amo
- te amo
*toma su mano entre la de ella, cierra los ojos y trata de escapar.*
Lu