- En verdad no es cuestión de fe, no es una religión o sugestión, yo sentí algo muy fuerte y asumí que era amor, así que sí, yo creo que uno si puede amar.
El problema es que se necesita mucho tiempo para lograrlo, es como jugar poker mientras tomas, al principio apuestas poco, tratas de contar cartas, piensas las cosas. Pero el trago sigue llegando a la mesa y no quieres que vean que estás contando cartas, entonces toca seguir tomando... Tomas y tomas hasta que ya las fichas no parecen tan valiosas, subes apuestas, te encomiendas a la suerte como si no supieras que la casa gana, así no sea BackJack... La casa no es ella, ni tú... Y apuestas y te ríes, la adrenalina corre por tus venas, ganas una, dos, tres veces, tocas el cielo y te comes el mundo, eres un profesional, eres perfecto, eres un All In y... Caes. Ganaste mil veces, persiste una, eso es suficiente, lo perdiste todo.
Al día siguiente te despiertas con guayabo, lo recuerdas, estás en quiebra. No sólo es físico, es mental, te ganaron en tu juego... Así que pides ayuda, necesitas sobrevivir, llamas a tus amigos que te pagan algo que te deben o te regalan algún dinero mientras acaba el mes, pasas hambre y frío, sabes que hiciste algo mal pero se sintió tan bien... Algunos te prestan buscando que les debas algo, te das cuenta quién es quien, no sólo perdiste plata, también gente. Perdiste el doble.
Pasan los meses, te levantas, ahorras, sabes que ya tienes para algunas fichas, está bien, aún no las vas a apostar, no tienes la confianza, tienes miedo.
Pagas deudas, vuelves a salir con tus amigos, hablan, ríes poco, pasa el tiempo, ríes mucho...
Tienes recuerdos de esa noche, sientes nostalgia, rabia, alegría. Te vuelves más sabio, más sensato, lo tienes bajo control.
Un día alguien propone una partida de poker, tal vez no asistas, corres, no eres tonto, eres invencible. Sigues tu vida, vuelve a pasar, una segunda o tercera vez, ya no recuerdas cuantas veces dijiste que no, te dan ganas, sólo una partida, sólo una ficha... Apuestas una, dos, tres, no tomas, no ganas, no pierdes. Crees que puedes controlarlo, vuelves, apuestas una, dos, tres... No tomas... Sí tomas... Crees que el trago fue el problema... Una cerveza, dos, tres, más fichas, más tiempo, más juego... Y en menos de nada estás borracho, apuestas y apuestas, tal vez te retires pero eventualmente caes y sonríes porque caíste, eso hace el trago, te hace sonreír... Y lo apuestas todo ¿Que tal esta vez ganes?
- Es como si me preguntaras si creo en que se puede estar borracho
Es que amar es algo para siempre.
Lu