martes, 7 de enero de 2014

La gravedad de las manzanas.



A veces tengo la sensación de que la gente a la que le escribo merece saber que lo hago, cómo lo hago y por qué lo hago… Siempre escribo lo que no digo, siempre leo lo que no hago.

Me encanta maquinar en mi cabeza situaciones hipotéticas donde todo habría salido bien, como las películas para niños donde al final el héroe siempre se queda con la chica y viven felices para siempre. Pero cuando llego al "Felices para siempre"  me doy cuenta que esa no soy yo, que no soy de historias de finales felices ni de cuentos de hadas madrinas. Soy más de reflexiones, de saborear mis errores, de hundirme en ellos y perderme en la inmensidad de posibilidades, no de cambiar el pasado, sino de cambiar el futuro…

Tal vez si escribo aprenda más de mis errores. Tal vez si escribo no le regale mi felicidad a un recuerdo o mi salud a un viejo… Tal vez si escribo pida menos citas al médico o al psicólogo y tenga más citas con personas interesantes de mirada profunda y cabello alborotado.

A veces tengo un millón de sensaciones pero no puedo expresar ninguna, por eso escribo. A veces quiero que sepan de que las sensaciones existen, por eso les leo, pero no a ellos, leo para otros que tal vez puedan aprender conmigo…

A veces simplemente me desvanezco en las palabras y al leerlas veo que la gravedad del asunto sólo está en mi y que lo que cayó en mi cabeza tan sólo fue una manzana.

- Lula

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...