Q.E.P.D JPR
Al final del día ya era tarde , era el inicio de otro día.
Demasiados ceros en el reloj digital como para tocar violín, demasiado frágil la salud de la vecina que dormía placidamente con sus 80 años de edad, sobre la cómoda almohada que aun tenia impregnado el olor de su esposo muerto, hace ya 2 años.
Demasiado tarde para tener la escapatoria de correr sobre las cuerdas del violín deslizándose como un arco para atravesar el alma y llegar al puente de cartón.
Demasiado tarde para viajar con el pensamiento a un rincón de sueños lejos de la empuñadura de la cruda realidad, que azota amenazando destruir la percepción de los sueños infantiles, que aun viven mirando el monstruo del armario.
Era demasiado tarde, tal vez demasiado temprano, para poder encontrar la forma de salir del cuerpo. El silencio se apoderaba de la sala como un manto que sobrecoge las heridas de la vida y las lleva a un nivel de percepción tan intima que ni los propios oídos escuchan el significado. Era demasiado tarde pero aun dolía y cuando duele el tiempo no respeta, no respeta a la vecina con sus 80 años, ni al silencio que es compañero de la luna en ese cuarto oscuro, ni al violín deseoso de vibrar, ni a los ojos aun abiertos enrojecidos por el esfuerzo de permitir que las gotas saladas resbalen fuera de lo profundo.
Era demasiado tarde para dejar de pensar en eso, ese fantasma que todos tenemos y que con el tiempo se vuelve un amigo intimo del que no queremos hablar porque ahora es un drogadicto o esta en la cárcel. Ese fantasma que duele demasiado cuando se clava hondo en el pecho y no deja respirar, apoderándose del cuerpo y haciendo cosas ridículas como babear lágrimas. Ese fantasma, del que nadie sabe, que solo debe ser uno, pero que esa noche eran dos, dos historias, dos desgracias, dos tragedias en un solo pecho que iba a explotar.
Era demasiado tarde para elegir no dejar vivir a esos fantasmas en su mente.
Y de repente, se volvieron tres, porque ese pequeño pecho, cansado de respirar por dos fantasmas, explota, deja de inhalar, descansa. Libera toda la tensión y deja a los espíritus libres, dejando tres almas sin cuerpo, que se apoderan de la mente de un inocente idiota.
Ese día murió la parte que esperaba el monstruo en el armario dentro del corazón de ese que ya no era mas un niño… Que ya no era nada.
Al día siguiente era entrega de notas en algún colegio.
- Lu