...Y dijo "Te quiero" mientras se le metía entre las piernas.
Pobre Sofía.
Sintió como se abría paso y como se hundía en el corazón. Fue como si le atravesaran y le cortaran la desconfianza. Tanto sentimentalismo le revuelve a uno la cabeza. Esas cosas no le pasan a Sofía, esas cursilerías de película, de luz apagada, de abrazos, de besos tiernos, de orgasmos conscientes... De cariño, eso es como ciencia ficción.
Tal vez a Sofía si la han querido -después de todo nunca se puede saber lo que el otro siente- pero no así. El cariño de Sofía siempre ha tenido algo ahí, una espinita, ya sea porque sabe que le toca esforzarse por dos, por desconfianza o por ser consciente de su utilidad... Sabe lo que es un objeto.
Tal vez Sofía si ha querido, tiene poco tiempo y jura haber estado enamorada, tal vez sólo han sido trabas que se mezclan con cariño, a fin de cuentas el amor es para "pobres y maricas".
Es que el cariño hacia cada persona es distinto, es una mezcla de sensaciones, como sabores de helado. Con cada uno ella es un helado distinto y acaban comiéndosela y y dejando la servilleta por ahí. Cada persona es distinta, tiene su sabor, sus miedos, sus angustias, tiene eso que hace desconfiar... ¿Por qué él no?
Cuando a uno se le meten en la cabeza y se la untan de sentimientos, hay problemas. Sofía sabía eso, lo sabía de memoria, no es una niña, no tiene 6 años y no cree en cuentos de hadas, ni en seres buenos, ni en la sinceridad. Sabe que las mentiras son el pan de cada día, sabe que a los hombres les gusta jugar con muñecas como si fueran de plástico, tal vez porque en la infancia el estereotipo no los dejó acercarse a una Barbie. Sabe que no hay que creer en nadie, pero también sabe que ya le rompieron el corazón y no murió, sabe que es inmortal, invencible, sabe exactamente como se siente, sabe por qué las acciones borran las palabras.
Lo sabe todo, no sabe nada. Sabe que pasó pero no que está pasando... ¿"Te quiero"?¿No se supone que iba a levantar la muralla para dejar de ser un libro viejo, para dejar de ser una servilleta de restaurante, para no dejar entrar a nadie? La vida da vueltas inexplicables y hay cosas incontrolables... ¿Se preocupan por ella?¿Quién sería tan pendejo de preocuparse por una peladita que es de follar y botar?¿Quién sería tan idiota de creer que se pueden preocupar por alguien así?
Sofía nunca lo había hecho así, dulce, cálido, cargado de sentimiento. Nunca se la habían comido con ternura. Siempre se cuidó que fuera algo salvaje, físico, rudo, como quitarse una molestia de encima con violencia, así la vida era más fácil. Hay cosas que no vale la pena untar de sentimiento...Valía... Esa noche, en una realidad alterada, la luz apagada y un "te quiero" entre las piernas, la razón no podía entrar por la ventana, no cabía. El aire estaba saturado de una sustancia pegajosa, desconocida... ¿Qué es eso?... Era un ambiente vomitivo, tierno, frágil, personal... Y Sofía estaba a gusto.
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Le están revolviendo la cabeza, como crema chantilly. No siente que sea muy pronto, podrían pasar 50 años y esa inquietud seguiría ahí... Le están bajando los sentimiento y se los dejan entre las piernas, los mezclan con lujuria y se le cagan el orden interno que tiene, la separación, la regla de estar mas sola que nunca mientras se le retuercen las piernas de placer.
Y lo más desconcertante es que no tiene miedo, como un animal que llevan cómodamente al matadero, como un preso al que le dan su ultima cena antes de cumplir su pena de muerte, como un enfermo terminal que ya no llora... Sofía está asustada, pero ya no es miedo, ya no es pánico, ya es más fuerte. Ya no da un paso atrás, sabe que debió correr, hace mucho, sabe que está prohibido quedarse a dormir en casa ajena, hablar después de venirse, escribir, preguntar. Sabe que está rompiendo todas las reglas al tiempo, que se está dejando ver vulnerable y que eso se paga. Sabe que ella es siempre la pendeja... Sabe que ella siempre paga.
Sofía sabe que esa voz tiene algo... Algo letal.
-Belcebú.