domingo, 22 de abril de 2018

Lorena

Yo sé que no me quieres, Lorena. No me quieres ni un poco, Lorena. No me quieres nada.

Yo sé que no me quieres, Lorena. También sé - y no me enorgullezco- que yo a ti sí... Ese es el típico drama de la adolescencia, pero ¿Qué más me puedes pedir, Lorena? Nos conocimos en esa época.

Yo sé que no me quieres, Lorena. Sé que me usas, que me haces daño ¡Lorena, me haces daño! Yo sé que te escribo, te he escrito mucho y repetidas veces te pienso. Sé que te extraño, Lorena. También sé, Lorena, que para ti soy un "mientras tanto", mientras arreglas las tensas situaciones con tu pareja, mientras él vuelve de viaje, mientras te puedes ir a vivir con él. Lorena... Yo sé que él te quiere.

Yo sé que no me quieres, Lorena.

Él y yo sabemos que tienes un problema ¡Lorena, tienes un problema! No es el típico drama adolescente donde un híbrido entre niña y mujer se enamora de un alma perturbada, atormentada por las hormonas que se solapan sobre su juicio. No Lorena, tú tienes algo peor. Tú necesitas ayuda. Tú, Lorena. Cada vez que me acerco a abrazarte y regalarte un poco de mi falsa calma, tú, Lorena, me ahogas en vodka mientras me apuñalas con tus palabras, me nublas la vista, la razón, el alma.

Yo sé que no me quieres, Lorena, y sé que las palabras duelen. Las palabras de quien quieres, duelen más. Lo que dices duele más, Lorena. Las palabras tienen el poder de destruir en un instante las bellas fantasías que se crean en frágil desequilibrio. Las palabras duelen, Lorena. Y tú lo sabes. Tú lo usas. Tú me usas, Lorena ¿Por qué me usas?

Yo sé que no me quieres, Lorena. Y cuando ya no te sirvo, me botas, Lorena. Me botas. Me botas como botas las botellas vacías de vodka. Me vacías y me botas, sin ningún tipo de remordimiento ¿No te da cargo de conciencia, Lorena? Yo solo procuro que estés bien, Lorena. Yo solo quiero que sonrías, y seas la Lorena que conocí hace 15 años. Extraño a esa Lorena, aún la quiero ¿Por qué te aprovechas?

Yo sé que no me quieres, Lorena. Pisoteame, entonces. Pisoteame hasta que ya no aguante. Lorena, pisoteame hasta que me quiebre, me siente en una esquina de tu cuarto y rompa en llanto, para que así tú, Lorena, puedas regodearte en la alegría de saber que tienes mis entrañas en tus manos y que puedes destruirlas.

Pero Lorena, ten esto presente: No alejes a quien te quiera, porque en este mundo gris, Lorena, en este mundo gris que está cagado y se traga el alma de los soñadores, hay mucha gente dispuesta a comerte y muy poca a quererte. Ten cuidado, Lorena, porque estás acostumbrada al cariño, y cuando te veas sola, cuando por fin te veas sola, Lorena, puede que te duela. Puede que te duela, Lorena, puede que te duela mucho. Puede que llores. Y ese dolor, Lorena, ese dolor no es tan fácil de quitar como la mancha de mi labial en tus comisuras.

¿No te duelo, Lorena?

-Lula


Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...