domingo, 25 de noviembre de 2018

Domingos

Todos los días me levanto con ganas de estar muerta. Las ganas son recurrentes, no se quitan, no se lavan. A veces las olvido, cuando veo películas, leo libros o tomo cerveza, pero vuelven a mí.

He pensado mucho en cómo lograrlo. Sé que no puedo suicidarme, eso sería horrible para mi familia. Así que a veces paso la calle con el semáforo en verde, esperando pasarle el problema a alguien más. Fantaseo con que ese alguien es un asesino, un violador, o alguien que golpea a su mujer, así cuando lo encierren en la cárcel por homicidio no me de cargo de conciencia, aunque ya no importará, ya estaré muerta.

También pienso en las enfermedades. Soluciones como seguir fumando hasta que me de cáncer son tan consecuentes en estos momentos. Sería la solución perfecta si para mi familia no fuera escandaloso el cigarrillo.

A veces deseo que mi ex novio desequilibrado me mate, que un día se levante con la sensación de no poder más, tome un avión, llegue a esta ciudad y me mate. Sería un ejemplo de violencia y con suerte salvaría la vida de alguna o harían otra ley completamente inutil, como todas las leyes.

Entiendo que lo que me falta es una razón para vivir. Alguna vez una prima me dijo que su hija era su razón... Descargar en un hijo los deseos frustrados de suicidio me parece macabro, así que pedí cita para ligarme las trompas, pero la perdí por un viaje de trabajo.

A veces pienso en mis gatos. Sé que ellos van a estar bien, son gatos, podrían dominar el mundo si así lo desearan... Ellos estarán bien. Entonces pienso en una pareja, pero ya descargué mi alegría en alguien más y no funcionó, él es el que espero que me mate. Para completar esa situación, soy básicamente apreciada porque soy follable,  entonces amor, amor, lo que se llama amor, pues no. En algunas ocasiones soy apreciada porque no hay más. Tengo cariño asegurado hasta que encuentren algo mejor.
"Venga, observe, diviertase con el "mientras tanto". Vale solo un par de sonrisas y abrazos. Es desechable, amigable con el ambiente, reciclable". 

¡Bum! Esa soy yo. Soy una maldita científica sentada al lado de la ventana de su casa, secando unos cigarrillos con el encendedor de estufa, mientras esconde en el baño la bata para que no coja olor a vicio. Estoy segura que con lo que gasté en cigarrillos en los últimos 10 años pude pagar un terapeuta los últimos 5, pero ya no puedo hacer mucho.

Lo mejor será que me acueste a dormir, mañana podría por fin estar muerta.

--
Lula

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...