"Variedad de lignito, dura, compacta, de color negro y susceptible de pulimento, que se emplea como adorno en collares, pendientes, etc. y para hacer esculturas."
Nunca he sido amiga de los perros, son ruidosos, intensos, inquietos y siempre piden comida. Sin embargo Azabache es diferente. Es un perro viejo, cansado y tranquilo. Camina con una lentitud admirable y tiene la paciencia de una tortuga. Solía ser negro profundo, cómo la noche, ahora tiene un color amarillento en el pelaje de las patas. Una de sus patas estas está descuadrada y parece que el hueso fuera a quebrarse en cualquier instante, forma casi un ángulo recto entre la cabeza y la parte final de la pata. Tiene la mitad de una oreja, la otra se perdió en el pueblo, tal vez si miro con atención la vea en el piso, tal vez se la comiera otro perro hace ya un tiempo. Tiene la panza color violeta por la curarina que le ponen todas las noches para sanar las marcas que dejó un encuentro hostil con otros de su especie. Pero lo que resalta a la vista es que tiene una mirada hermosa. Medio visco, Azabache tiene los ojos más tiernos del mundo, esos ojos que muestran miedo si se hace un movimiento brusco o felicidad si se le ofrece un pedazo de carne, chocolate o incluso pasta.
Él no habla y casi no ladra, es la viva imagen de lo sobrevalorados que están los sonidos y las palabras. Demuestra que esa costumbre arraigada de creer en la palabrería de la gente que no es consecuente con sus actos es algo irrelevante, que las palabras por si solas no tienen poder y que una acción tiene un valor no cuantificable si se compara con una palabra insensata.
Azabache tiene 14 años de edad, al rededor de unos 95 años si fuera persona -según lo que dicen quienes aman humanizar todo organismo- pero aún así aún tiene tiempo para acompañar a alguien mientras cocina, para pedir que lo consientan y para ladrarle a alguien que se acerca muy rápidamente… Si se piensa en la realidad hace 95 años (1918) alcanzo a imaginar la vida de mis abuelos. Mi abuela era una persona que valoraba el silencio, que no entendía la razón de tanto ruido en esta vida "moderna"; música a todo volumen, gente gritando, carros, sirenas, alarmas, buses pitando, gente insultandose, gente gritándole a otra gente cómo debería pensar, gente gritándole al cielo, gente siendo gente. Mi abuela, en cambio, amaba sentarse cerca al río que pasa detrás de la finca y escuchar el agua correr, escuchar como se quiebran las hojas secas cuando pasa una iguana, ver el sigilo con el que las serpientes se suben a los árboles. Desafortunadamente no conocí a mi abuela de jovén y no sé si esa admiración por sonidos puntuales y no estrepitosos fue adquirida con el tiempo, esa paciencia para observar las cosas y analizar la vida desde un punto más sincero… Azabache me hace pensar que ese amor se obtiene con el tiempo.
Tal vez por eso quiero tanto a Azabache, porque ha vivido lo suficiente como para apreciar las pausas y olvidar el tiempo, ha visto suficiente gente acariciandole la cabeza como para tener que lanzarse sobre ellos. Azabache sabe que la creencia de "el tiempo es oro" es verdad, pero el tiempo, al igual que el oro, no va a salir corriendo si no se agarran en este preciso instante, él sabe que el oro toma mucho tiempo en formarse al igual que los recuerdos y el carácter.
Azabache pasó conmigo varias horas a solas y algunas otras con otras personas, tal vez para él la felicidad es un poco de mi almuerzo o un paseo despacio junto a alguien por la casa. Tal vez la felicidad lo agarra uno en el momento menos esperado, con cosas pequeñas, modestas, casi insignificantes, pero uno se apresura como si se fuese a acabar y se asusta, corre hacia el otro lado y tiene miedo de ser inmensamente feliz por poco tiempo... Sé que es raro que escriba a un perro, este escrito parece más un fragmento de diario pero quería regalarle algo a Azabache, algo que no fuera material, algo como ese momento de reflexión que me dio él, como esa tarde sentados en silencio mirando los pájaros sobre los árboles.
Las pausas en la vida no lo son todo, pero son una parte importante.
- Lu