miércoles, 6 de agosto de 2014

Pap pap

Una fría noche, Terry la tortuga estaba nadando por su hermoso estanque, quejándose de su oscuridad, estaba cansada de verse rodeada de gente que la quería, de no tener emoción, de no saber como es extrañar, sentir miedo, desesperarse… Era una tortuga muy joven y melancólica, soñaba con épocas extrañas e intangibles, estrellas de luz vieja que posiblemente habrían visto nacer a ese estanque. 

Esa fría noche, bañada con luz vieja de nuevas estrellas un ser espantoso adentró sus extremidades en el estanque, no tenía escamas como Terry, era suave y caliente, sin embargo la tortuga melancólica estaba con ánimos de conocer las distintas formas de la muerte y no nadó, se pasmó frente a la gigante y horripilante bestia y sacó la cabeza para observarle mejor. Se erguía como los árboles y los pastos, tal vez necesitara de la luz del sol para guardar su calor, tenía extraños y diversos colores en la piel. Tomó a Terry en la punta de sus delgadas extremidades y la introdujo en una cápsula transparente y suave. Ese día Terry conoció el terror. 

Pasaron varios días donde Terry veía a través de la cápsula cambiar el paisaje, la introdujeron junto con varias criaturas en un objeto gigante que se movía a gran velocidad y ese día Terry conoció el frío de verdad. 

Llegó a un frío lugar gris, lleno de árboles cuadrados con diminutas lucecitas que se agolpaban por todos lados, "El lugar más frío del planeta" pensó. Se avergonzó de si misma al darse cuenta que su corazón estaba lleno de emoción, saltaba como una pequeñísima rana en un caparazón duro, podía escucharlo… Se preguntó si las criaturas podrían escucharlo también. Fue depositada en una cápsula cuadrada de cristal, llena de rocas y agua tibia, era más hermosa que su estanque, iluminada, con piedrecitas de coloresEstaba lejos de ese lugar llamado "casa", estaba feliz. 

Sólo unos días después empezó a extrañar a sus amigos y familia, las Tortugas que se encontraban fuera de la urna sólo la imitaban, pero no hablaban con ella ni eran amables, tal vez querían verla triste, tal vez no les importaba… Darse cuenta de su reflejo fue un proceso doloroso, pasó de la inquietante indiferencia de otros seres a la desesperanzadora realidad de verse sola en una hermosa urna de cristal. Su desolada existencia se tornaba aburrida y su única compañía era la criatura fuera de la urna que paseaba de aquí para allá a horas extrañas, tomando objetos extraños y dirigiendo una cálida pero aterradora mirada de vez en cuando.


Pap pap sonaba tras una roca, pap pap se repetía constantemente. Terry decidió mirar, tal vez encontraría una mini criatura que le enseñara como volver a casa. Escaló varias veces las grandes rocas que se interponían, una y otra vez cayó a las profundidades de la impecable urna de cristal,. Tardó tres días en encontrar la determinación suficiente para escalar las rocas hasta no caer… Y allí, en la esquina de la urna de cristal vio una curiosa piedrita naranja con extraños palitos a su alrededor moviendose:

http://www.naturahoy.com/sites/default/files/styles/large/public/field/image/cangrejo.jpg
- ¿Qué eres?- Preguntó la curiosa y ahora poco melancólica tortuga. 
- Soy un cangrejo, mi nombre es Sebastián. 
- Que nombre tan horrible ¿Quién te lo ha puesto?- 
- Las criaturas, y por lo que sé tu debes ser Terry. 
- ¿Terry? que ridículo, de donde vengo no necesitamos nombres, sólo necesitamos saber quienes somos. 
- ¿Qué eres? - Preguntó Sebastián con timidez. 
- Una tortuga - Afirmo Terry orgullosa. 
- ¿De donde vienes? 
-Eh… No lo sé, estaba en un estanque y las criaturas me trajeron y… ¿Tu de donde vienes?
- Del río. 
- ¿Por qué haces ese ruido tan molesto? 
- Así somos los cangrejos. 
...

Con el tiempo Sebastián y Terry se hicieron amigos, compartir toda una vida en una pequeña urna de cristal no les dejaba muchas opciones. Terry era muy voluntariosa y caprichosa, pero alegraba las tardes del introvertido cangrejo. 

Pasaron 3, 4, 5 horas y la criatura no llegaba a alimentar a Terry… Pasaron 7,8,9 horas y Terry moría de hambre. 

- Comete una de mis patas. 
- ¿Cómo se te ocurre? Te dolerá. 
- No me duele , soy un cangrejo fuerte… Es normal que perdamos las patas a lo largo de nuestra vida. 
- Muchas gracias, pero no acepto sobras de los cangrejos… 
- Pap pap
- Moriré de hambre.
- Te di una solución.
- No… Sería la segunda vez que como una pata tuya. 
- Tendía 4 más, sería como tu. 
- No estoy dispuesta a morir de hambre. 
- La criatura se olvida cada vez más seguido de nosotros. 
- Moriré de hambre.
- No dejaré que ocurra. 
- Necesitas tus cuatro patas. 
- Seré como una tortuga coja, además tengo mis pinzas, puedo usarlas como patas. 
- ...
Pap pap
… 
- La criatura no nos quiere ¿Verdad? 
- ¿Por qué lo dices?
- Nos saca de nuestras casas, nos encierra en una urna y nos deja morir de hambre. 
- Aún tengo patas. 
- Las necesitas. 
- No las necesito, no tengo que moverme mucho. 
- Yo cuidaré de ti, lo prometo.
- Pap pap
- Me siento sola. 
- Jamás me habías hablado. 
- Es porque me siento sola. 
- Tu forjaste tu propia suerte. 
- Tenía hambre. 
- Pudiste esperar.
- No podía esperar más. 
-Te preferiste sobre él. 
- La naturaleza se trata de eso. 
- Entonces estas condenada a estar sola… Él también hacía parte de la naturaleza, te amaba tanto, no luchó. 
- No me amaba. 
- Si pone su bienestar sobre el tuyo, es amor. 
- Eramos muy distintos. 
- Y él hizo todo lo que pudo por hacerte feliz. 
- Criatura… ¿Cuándo vas a devolverme a mi estanque?. 
- Tu estanque ya no existe, los humanos somos como las tortugas y matamos el estanque. Este es tu nuevo hogar.
- A veces escucho el pap pap
- Yo también lo extraño, y a mi nunca me amó.


Era una criatura solitaria la que había adoptado a la tortuga, silenciosa, introvertida y melancólica. Si hubiera conocido a la tortuga en otra vida probablemente habría sido devorada. 

- Lu 

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...