Golpearon a la puerta. Se sorprendió, no la había visto en casi un año, lo último que recordaba de ella eran sus angustias pasadas y sus gafas rojas, ahora sus gafas eran negras.
Había escuchado que tenía novio y había reído, seguro estaba buscando uno o dos orgasmos.
Sofía entró, el olor a cigarrillo impregnó el lugar. Goyo se sintió ahogado, apenas podía respirar. Llevaba 2 meses sin fumar y habían sido dos meses largos.
Sofía tampoco había sabido nada de Goyo, había intentado dejar todo atrás, olvidar esas historias que se la tragaban, al final siempre volvía a ellas.
Prendió un cigarrillo.
- Milagro en verte. - Dijo Goyo
- Milagros del diablo porque dios nos olvidó.
- Dios no nos olvidó, sólo se burla de nosotros.
- ¿Tienes condones? - preguntó Sofía, sus manos empezaron a temblar.
- ¿Tienes novio?. - Respondió Goyo con una sonrisa en la boca.
- No por mucho. - El cigarrillo temblaba, la ceniza caía.
- Siempre que vienes es a contarme pesares.
- Las dichas las trae solas el viento.
- ¿Te comiste a alguien más?
- No, la vida.
- ¿De viaje?
- Para siempre.
- ¿Otra ciudad?
- México.
- Difícil.
- Imposible.
- Tus historias siempre terminan así.
- Nadie sobrevive a la distancia.
- ¿Te acuerdas de ese que trató de comprarles un futuro?
- Eso tampoco salió bien.
- ¿Tu papá no vivió 2 años en otro país?
- Si, pero es distinto.
- ¿Por qué?
- Porque sí se querían.
- ¿Ustedes no?
- Tal vez no. Él no quiere comprarnos un día más. Yo no quiero pendejear.
- Entonces sí es imposible.
- Necesito que se deteriore, necesito otro que me distraiga.
- Necesitas otro cigarrillo... No podrías.
Sofía lagrimeó, prendió un cigarrillo. Sabía que no podía, las cosas no eran como antes, no lo iba a hacer.
Goyo fumó.
- Belcebú