No quiero porque quiero.
No quiero la dependencia, no quiero tener que estar bien, no quiero esconderme cuando estoy triste ni vestirme para irme. No quiero esa intimidad barata, no quiero decirte mis miedos para que los guardes como pequeños payasos diabólicos en un armario y los dejes salir cuando quieras alejarme. No quiero mostrarte esos puntos donde aún duele que pasen y que decidas recorrerlos a diario. No quiero compartir el lugar más feliz del planeta, ni el más triste y que construyas allí un centro comercial, un casino o un bar.
No quiero que entres por la puerta y emocionarme desde que subes las escaleras, no quiero cometer los mismos errores, no quiero confiar con los ojos cerrados, no quiero creerte pero tampoco quiero que te esfuerces por ganarme, no soy un trofeo. No quiero ser tu juguete, ni tu mascota. No quiero que me saques a pasear cuando tienes tiempo y que me dejes en una esquina cuanto estás ocupado. No quiero depender de lo que haces, dices y respiras. No quiero que dependas de mi estado de ánimo.
No quiero fracasar. No quiero que me dejen de gustar las cosas que me apasionan. No quiero servirme la comida fría y comer por inercia después del trabajo, frente al televisor. No quiero levantarme todas las mañanas queriendo que llegue la noche. No quiero realidades grises, de tonos apagados que no dejan alegrías.
No quiero que notes que puedes lastimarme, no quiero que sepas que soy vulnerable. Odio que me veas llorar. No quiero abrazarte y descargar mi tristeza en tu hombro por un mal día de trabajo o un sueño que se quebró, para que después te limpies las lágrimas con asco creyendo que son mocos. No quiero que te des cuenta que no siempre estoy feliz y busques felicidad perpetua en otros. No quiero sentir miedo, no quiero querer esas cosas para mí.
No sé la razón para creer que no merezco sentir los mismos miedos o alegrías que se sienten normalmente, no sé porque no me creo merecedora del placer de que me abracen mientras lloro y me digan "todo va a estar bien". Que se preocupen por mi. No sé porque es impensable para mí que alguien se preocupe, que me llame, que me escuche.
No quiero quejarme de este monstruo en el que vivo, gris y vacío, lleno de colillas de cigarrillo, vomito de borracho y obras a medio terminar. No quiero el riesgo que implica creer, no quiero el miedo del abandono, no quiero síndromes de abstinencia.
Quiero algo de verdad, algo real. No quiero el cuento de hadas donde la princesa pierde la virginidad a los 20 minutos de conocer al príncipe pero no es señalada como puta, pero tampoco quiero una lucha perpetua con espadas para ver quien lastima primero. No quiero generar lástima. No quiero que me protejan de todo lo bueno del mundo, tampoco de lo malo. No quiero algo limpio, pulcro, perfecto, con olor a detergente y desinfectante. Quiero algo real, algo sucio, algo de sudor, algo de fe, algo de barro, algo tejido a mano.
Quiero una intimidad sincera, contar mis secretos porque estoy apostando, soñar porque estoy sintiendo, reír porque no estoy sufriendo. Quiero seguir porque estoy avanzando, creer porque estoy muriendo, cambiar porque estoy respirando, querer porque estoy queriendo.
Quiero cerrar los ojos y ver, escuchar a la distancia, saborear al planeta entero. Quiero un despertador, un detonador, quiero dinamita. Quiero luchar por mi pero no en contra de nadie. Quiero no ser menos pero tampoco más. Quiero vestirme como me siento cómoda, sentarme donde me plazca, fumar con remordimiento, tener pesadillas soñando, sentirme viva, incompleta, feliz.
Quiero estar a tu lado pero no encima, ni debajo. Quiero valer lo mismo, quiero darme la misma importancia. Quiero a mis amigos, mis mascotas, mis fantasías. Quiero mis libros. Quiero poder viajar y extrañar, quiero poder llevarme lo que extraño conmigo. Quiero poder dejar un poquito de mí en una almohada, un suspiro, un momento.
Quiero abrazos los días fríos, quiero cerveza todos los días. Quiero un río, un chocolate caliente con malvaviscos mientras llueve, un café en las mañanas, queso holandés, aceitunas, galletas, cereales para niños, naranjas, manzanas y kiwi. Quiero dulces y sal, mayonesa, tártara, vinagreta... Odio lo agridulce, es necesario. Quiero no ser juzgada... Pero eso es imposible.
Quiero conocer la sensación de que me digan la verdad. Quiero no morir engañada, llorar cada mes, quebrarme cada 6, sentirme mal cada año sin que eso me convierta en una maniática, porque no lo soy. Así como estuve feliz el resto del mes, el semestre, el año, puedo un día levantarme y sentir que presionaron demasiado, que necesito parar, que ya no vale, que ya no valgo... Te quiero también para esos momentos, porque para estar feliz está el sexo, las drogas y la música, pero para estar triste sólo tengo a las almohadas que están cansadas de cargar el peso de mi cabeza... Yo también.
Quiero por un segundo romper algunas promesas y lanzarme otra vez de cabeza sin sentir que me voy a romper. Quiero volver a empezar, devolver el tiempo, sentir que no me han roto, dormir con ese saco, dormir es esos brazos, no saber de más.
No tan despacio.
Quiero aprender a hablar y dejar de escribir.
Lula
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Lejos
Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...
-
Una aficionada, una persona que solo lo hace por gusto, por gana. Sin preparación, ni tempos, sin ritmos ni rimas. Una aficionada que se de...
-
- El truco es ese, crear un discurso con el que se sientan identificadas todas . - me dijo mi conciencia mientras escuchábamos poesía barata...
-
Estoy en la edad en la que creía que iba a empezar a envejecer, y aún temo que mi vida no empezara todavía. ¿Cuántos años son suficientes?...