sábado, 26 de marzo de 2016

Tinto a la mitad

Las noches traen consigo un sentimentalismo oscuro, un coraje irreal y un frío físico, finito y doloroso. Las noches son aquellos momentos donde mirar al horizonte y pensar en lo perdido no es tan ridículo... Las noches nos engañan. 

¿Son sólo las noches?¿Es sólo la vida?¿Cómo saber que sí se puede, sí se logra, sí dura? Detalles pequeños, frases sueltas, miradas cortantes, todo daña... Todo... Lentamente se incrusta en un pedazo del cerebro dedicado al rencor, a rasgar, a desgastar. Ese pedazo de la vida que lastima, que no sirve, que inquieta profundamente y no deja respirar. Ese pedazo de uno mismo que envuelve en capas de miedo y hacen sentir que llueve sobre nosotros, que la vida puede con todos y no vale la pena intentar. 

Pero es en las noches que esas finas heridas se abren, que sale el monstruo del armario, que atacan. Es después que se oculta el sol que se toman las decisiones más estúpidas, que decidimos ser impulsivos, que pagamos por nuestros pecados... Es el peligro de la noche el que nos marcará en las mañanas siguientes. 

Esta noche decidí que me niego a vivir lo que otros están viviendo; me niego a vivir por el trabajo, por el dinero o por el ego. Me niego a llenar mi cerebro de aire -alimento visual sin sentido ni profundidad que pudre las neuronas e inhabilita los procesos críticos- a tragarme esa publicidad vulgar, a ceder y darle al mundo la razón de caer en los sueños de los demás y abandonar los míos... Es más infantil rendirse que luchar. 

¿Qué tan estúpido se puede ser por cambiar piedra por arena, lago por neblina, sol por cigarrillo? No quiero algo a medias, no quiero un "te quiero mientras encuentro algo mejor", no quiero pasar 7 años de mi vida junto a alguien para un día despertarme, mirarlo a los ojos y darme cuenta que es hora de empacar. No quiero la conformidad de lo que está al alcance de la mano, no quiero que cambien los alcances, tampoco las manos... No quiero rendirme un día porque así es más cómodo y empezar a buscar excusas que nunca importaron, sobredimensionarlas, sentir su peso sobre mis párpados y querer cerrar los ojos a esa nueva realidad, que es igual a la del día anterior pero yo la quiero ver más dura. Tampoco quiero estar al otro lado, levantarme un día y ver que ahora todo eso importa, que no tuve suficiente cuidado, no fui lo suficientemente buena, no me esforcé, que no tuve tiempo de reaccionar y las nuevas dimensiones me están aplastando y no me dejan pronunciar. 

tomado de: http://elcarmen-bolivar.gov.co
Yo quiero algo real, algo honesto, quiero luchar por imposibles, quiero vivir de sueños y planetas extraños, quiero crear un mundo aparte y que la gente nos llame idiotas, quiero vivir en mi cuento, ese cuento,  ese mundo, con esas reglas, con ese aire, con mis cervezas de desayuno y los tintos que dejo por ahí a la mitad. A veces quiero vivir con ataques de cosquillas y madrugadas de abrazos porque hace mucho frío, con desayunos compartidos -porque desayunar es de las cosas más intimas que se pueda hacer-, quiero tomar vino mientras canto y tener la confianza suficiente para mostrar pedacitos de mi... 

Debe ser porque es de noche y la oscuridad trae angustias, pero quiero pedirte sinceridad, quiero pedir algo real... Siempre.

- Lu.

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...