Ese era básicamente un experimento.
Hace unos años leí en una revista
científica que las personas que podían mantener por mucho tiempo una mentira
tenían algo especial, ya fuese tendencia a la psicopatía o un nivel de
pensamiento atípico. El artículo mencionaba que la credibilidad se ponía a
prueba cuando se creaban espacios irreales y difíciles de concebir, y decía que
si la persona lograba generar persuasión en mentes cercanas siguiendo
determinados patrones, posiblemente iba a lograr con psicología social lo que
no habría logrado con méritos éticos.
Cuando leí esto mi vida se
resumía en un tedio tan denso que se acumulaba en las paredes
como melaza que
atrae moscas. Así que decidí ponerme a prueba. Me sentaba en la oficina a
analizar patrones de comportamiento y temas de conversación, después trataba de
usarlo a mi favor. Inicialmente lo logré, lograba que mi jefe, mis compañeros y
mis amigos más cercanos me creyeran situaciones absurdas. Sin embargo, ninguna
mentira se sostiene para siempre; al aparecer redes sociales en la vida de las
personas me vi en líos para mantener el soporte de mi propio juego… Poco a poco
la duda empezó a rodear a los que me escuchaban y caí despacio, como
deslizándome lentamente sobre rocas en un barranco. Cuando me vi encerrada
busqué a un estudiante de psiquiatría para pedir ayuda, mi mundo se estaba
derrumbando y la gente que conocía se iba a alejar de mi, no conté con que el
estudiante tenía la misma curiosidad que yo, por lo que la solución de ambos
fue fingir demencia (literalmente) en caso de ser atrapada y seguir con el plan original.
La mentira duró 5 años. Para
cuando me vi atrapada, acababa de ganarme otro trabajo en otro lugar y había
formado un circulo social paralelo para esperar lo peor. Pero cumplí la
meta de la que hablaba el articulo, cinco años.
Perdí más de lo que gané, perdí
valiosas amistades, un noviazgo de varios años y la confianza de un grupo de gente que sabía
eran buenas personas. Además me gané el titulo de loca. La solución: empezar
desde cero y no volver a intentarlo.
Ayer, con unos tragos de más, una
de las personas involucradas en mi vida anterior me preguntó sobre el tema y
por primera vez no fingí demencia, la miré a los ojos y le expuse la verdad… El
dolor en esos ojos hizo que volviera a sentir ese remordimiento. No gané nada, no me sentí mejor,
ni más inteligente y mucho menos más interesante… Me sentí sola.
Pero hoy tengo una sonrisa
irritante conmigo, porque por fin aprendí la lección y por fin me hice cargo de
mis acciones. Por fin me di cuenta que para mi sentirme sola es normal, pero lo más importante es que por fin demostré que mi locura no es de ese tipo.
- Belcebú