domingo, 7 de julio de 2013

El experimento


Ese era básicamente un experimento.

Hace unos años leí en una revista científica que las personas que podían mantener por mucho tiempo una mentira tenían algo especial, ya fuese tendencia a la psicopatía o un nivel de pensamiento atípico. El artículo mencionaba que la credibilidad se ponía a prueba cuando se creaban espacios irreales y difíciles de concebir, y decía que si la persona lograba generar persuasión en mentes cercanas siguiendo determinados patrones, posiblemente iba a lograr con psicología social lo que no habría logrado con méritos éticos.

Cuando leí esto mi vida se resumía en un tedio tan denso que se acumulaba en las paredes
como melaza que atrae moscas. Así que decidí ponerme a prueba. Me sentaba en la oficina a analizar patrones de comportamiento y temas de conversación, después trataba de usarlo a mi favor. Inicialmente lo logré, lograba que mi jefe, mis compañeros y mis amigos más cercanos me creyeran situaciones absurdas. Sin embargo, ninguna mentira se sostiene para siempre; al aparecer redes sociales en la vida de las personas me vi en líos para mantener el soporte de mi propio juego… Poco a poco la duda empezó a rodear a los que me escuchaban y caí despacio, como deslizándome lentamente sobre rocas en un barranco. Cuando me vi encerrada busqué a un estudiante de psiquiatría para pedir ayuda, mi mundo se estaba derrumbando y la gente que conocía se iba a alejar de mi, no conté con que el estudiante tenía la misma curiosidad que yo, por lo que la solución de ambos fue fingir demencia (literalmente) en caso de ser atrapada y seguir con el plan original.

La mentira duró 5 años. Para cuando me vi atrapada, acababa de ganarme otro trabajo en otro lugar y había formado un circulo social paralelo para esperar lo peor. Pero cumplí la meta de la que hablaba el articulo, cinco años.

Perdí más de lo que gané, perdí valiosas amistades, un noviazgo de varios años y la confianza de un grupo de gente que sabía eran buenas personas. Además me gané el titulo de loca. La solución: empezar desde cero y no volver a intentarlo.

Ayer, con unos tragos de más, una de las personas involucradas en mi vida anterior me preguntó sobre el tema y por primera vez no fingí demencia, la miré a los ojos y le expuse la verdad… El dolor en esos ojos hizo que volviera a sentir ese remordimiento. No gané nada, no me sentí mejor, ni más inteligente y mucho menos más interesante… Me sentí sola.

Pero hoy tengo una sonrisa irritante conmigo, porque por fin aprendí la lección y por fin me hice cargo de mis acciones. Por fin me di cuenta que para mi sentirme sola es normal, pero lo más importante es que por fin demostré que mi locura no es de ese tipo.

- Belcebú

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...