Antonia es una mujer de 25 años,
a veces graduada de Biología hace unos 4 años y dedicada a la Gestión
Ambiental, a veces estudiante de maestría de Administración de recursos
ambientales, a veces simplemente no sabe que estudió. Es una importante
ejecutiva con una inteligencia innegable para los negocios. Tiene el cabello
negro, a veces castaño, a veces mono. Tiene ojos de café, como el tinto que toma
todo el tiempo, como el olor de su pelo, como el sabor de sus besos… Algunos
dicen que ese café la define. Pero lo que en realidad define a Antonia es
Carlos. Carlos es el prometido de Antonia, es un importante ejecutivo que viene
a visitar a Antonia cada seis meses, y cada seis meses Antonia sale a los
mejores restaurantes de la ciudad con personas cuya cuenta bancaria es más
grande que sus corazones y hace lo que Carlos quiere.
A Antonia no le gustan las
reuniones ni las comidas de negocios, pero Carlos sabe que ella es muy
carismática y puede llegar a las personas con una sonrisa, así que le promete
una noche mágica después de la comida y ella acepta. Ella haría cualquier cosa
por Carlos, pero él aún no lo sabe.

Antonia es mucho menor que Carlos.
Carlos vive en otro país. Antonia no sabe si Carlos tiene a alguien más.
Antonia no siempre es Antonia y tampoco sabe si Carlos es siempre Carlos. Pero
eso no le importa, las mañanas juntos hacen que a ella nada le importe.
Por otro lado, las tardes con
Carlos son frías. Él tiene mucho que hacer, muchas llamadas, muchas reuniones,
muchas revisiones de los estados financieros de los últimos seis meses… Así que
Antonia duerme por las tardes, para no molestar a Carlos y soñar con la noche
que tendrá en unas horas.
Pero hoy Antonia está triste, se
acabó el tiempo con Carlos y sabe que tendrá que esperar seis meses
para poder volver a verlo. Así que se pone un vestido bonito y unos
tacones altos. Saca del cajón su mejor sonrisa para ir al aeropuerto. Lo que él no sabe es
que esa noche Antonia se pondrá unas botas de caminata y se irá a caminar por
la ciudad buscando alguien que le haga olvidar que él no es Carlos. Por ahora sonreirá como la prometida del exitoso empresario, lo abrazará y le dirá esa frase que sólo se dicen cuando se van a despedir "Quiéreme siempre"... "Quiéreme siempre".
Hay días en los que me despierto
siendo Antonia. Me miro al espejo y veo los ojos de Antonia, la nariz de
Antonia, la boca de Antonia y la actitud de Antonia. Esos días me baño, me peino, me
maquillo, me subo en unos tacones y me pongo ropa bonita. Sólo esos días, los
otros ni me miro al espejo. En realidad el resto del año estoy en contra del
uso de tacones, pero cuando llega Antonia todo es diferente.
- Lula