jueves, 12 de septiembre de 2013

Nombres con N

Hay nombres que siempre me han traído problemas, nombres que se repiten en mi vida y que siempre recuerdo con nostalgia...

Hay un nombre que se repitió en mi vida sólo dos veces... Yo sé que nadie lee lo que escribo, por eso escribo aquí, pero en caso de que alguien lo lea no quiero que logre saber quien es, así que le pondré Nicolás... 

http://etc.usf.edu/clipart/52900/52937/52937_letter_n_sm.gif
El primer Nicolás que apareció en mi vida fue esa persona que me apoyó cuando casi me enloquezco, cuando creí que no podría salir de ese pozo donde uno se ahoga cuando siente que el mundo se le viene encima. Ese es mi primer Nicolás, alguien que me salvó de mi misma, que me llenó de ganas para dejar de salir sólo de noche para disimular mis ojos hinchados y rojos. El primer Nicolás aguantó lo que nadie puede aguantar, por eso se fue; aguantó más de lo que alguien podría, salió de noche innumerables veces y dejó muchas cosas de lado por ayudarme. Pero cuando me pidió que confiara en él, no pude. Soy completamente consciente de la estupidez tan grande que cometí, pero hay días en los que uno no puede entregar confianza con cada abrazo porque sabe que donde un poco de esa confianza se derrame va a quemar, como un café a rebosar en el vaso. 

El segundo Nicolás era alguien callado, reservado, tímido y distante. Era una de esas personas en las que uno no confía porque cree que tienen algo que esconder, de esas personas que te hacen nadar en aguas espesas antes de dejarte saber su nombre, su color favorito o su banda preferida. Ese Nicolás era la persona en que yo quería confiar, pero como el karma obra de maneras maravillosas, él no confió en mi. Me tomó seis meses para poder hablar con él  y otros más para que él empezara a hablar conmigo. 

Él era esas personas que no están siempre felices, eso me parecía triste. Casi nunca sonreía y yo creía que era infeliz. Con el tiempo aprendí que no era como yo, que Nicolás era serio pero eso no lo hacía infeliz. Así que en mi mente lo catalogué como alguien que no parece nada, ni feliz, ni triste, ni nada. Y así me gustaba, porque me hacía tener que concentrarme en lo que decía para saber como se sentía. Con el tiempo olvidé que tenía que esforzarme por hacerlo sonreír. 

Los dos se fueron un día de viaje y nunca los volví a ver. El primer Nicolás está en alguna parte del mundo ejerciendo como médico, seguro está en algún lugar donde no hay teléfonos, celulares ni computadores, eso es lo que me digo cada noche para no creer que quiso olvidarse de mi. Por otro lado,  el segundo Nicolás me saludó por ultima vez a través de una red social, llevaba varios meses por fuera y cuando vino a este país no me buscó, así que mi orgullo y yo decidimos no contestar, eso y que hace rato había olvidado lo difícil que era hacerlo sonreír. Y esa fue mi última oportunidad... 

Ahora pienso el los dos por lo menos una vez a la semana... Me fumo un cigarrillo y me siento en una terraza, me tomo un café y dejo que la tristeza me trague. Así, cuando estoy respirando tristeza puedo escucharlos reír mientras toman de mi taza de café. 

- Belcebu. 

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...