lunes, 23 de septiembre de 2013

El rol de los celulares.


Hace tiempo conocí a alguien que no tenía smartphone... Con él podía hablar de cualquier cosa por horas, con la única interrupción de llamadas ocasionales o mensajes de texto de vez en cuando. En realidad era muy agradable pasar tardes hablando con una o varias personas presentes.

Por esa época yo perdí mi celular y recordé lo que era leer tranquila, sin interrupciones, llegar puntual a las reuniones porque de lo contrario la gente podía irse, tener que cargar los números de las personas importantes para poder hablar con ellos y recibir llamadas al teléfono fijo. Era una sensación de "Nadie puede molestarme" bastante relajante y que disfruté mucho. Eventualmente volví al celular, un modelo sin cámara, sin opción de plan de datos, sin redes sociales... Lo más parecido a no tener celular en esta época.

Mientras estaba sin celular recordé que antes era normal no tener uno, que todos dábamos el número del teléfono fijo y contestaba algún familiar mientras uno decía amablemente "Hola ¿Podría hablar con...?". También recordé que para conversaciones largas tocaba verse en persona y que para encontrarse era necesario fijar una hora y un lugar exactos.

Recordé que antes los besos no eran de plástico y los abrazos eran cálidos y no dibujados.

Por otro lado, esta persona también perdió su celular a manos de dos personas que amenazaron con hacerle daño si se negaba a perderlo. Básicamente lo robaron. Y también quedó un tiempo sin celular. En ese tiempo era magnifico sentarse a tomar un café o comer algo con él... O bueno, era casi como cuando tenía celular.

Eventualmente compró un smartphone y todo cambió; cuando hablábamos había un breve momento donde revisaba twitter, facebook, correo, whatsapp, skype y la batería de ese aparato infernal. Tal vez para él era cuestión de segundos, pero si me sentaba a contar el tiempo podían ser cinco minutos más o menos en ese ritual que se repetía cada 10 minutos aproximadamente. Una vez en un Oma, mientras él revisaba todos los medios posibles para hablar con gente ausente, yo levanté la mirada y vi que todos hacían lo mismo... Incluso parecía que hablaban a través del celular, que no se miraban ni pronunciaban palabra alguna porque estaban escribiendose entre ellos, entonces pensé "Tal vez hablan de cosas que no quieren que otras personas escuchen", pero empecé a notar que era un patrón recurrente. 

Nunca he sido muy sociable pero las pocas veces que salía notaba que las personas escribían por el celular todo el tiempo. Tal vez es que ninguno de nosotros está cómodo con quien está y por eso habla con alguien que no está presente, pero si es así en realidad somos muy infelices, porque no estamos con quien queremos. Ese fenómeno se repetía entre las parejas, entre los amigos, entre las familias, a lo que formulé "¿Será un virus?", podría ser algo como ser un zombie, o un vampiro que con una mordida se contagia. Puede que ese sea el nuevo mal de esta generación.

Y salir con cualquiera que tuviese esto era como salir a medias con la persona: se cortan las conversaciones, se dan cambios de tema de un momento para otro, incluso algunas nuevas conversaciones se arman en torno a alguna publicación o foto graciosa que manda alguien a kilómetros de distancia.

Así, poco a poco iba perdiendo a mi amigo. Impotente, esperaba con ansias el momento en el que se quedaba sin batería para hablar con él.

Hace poco me regalaron un smartphone y me juré a mi misma no ser como ellos. He descubierto que es más fácil socializar a través de una pantalla, he conocido personas magnificas y una gran cantidad de estúpidos gracias a las redes sociales, y he notado que nunca estoy sola, siempre hay alguien al otro lado de la linea dispuesto a leer. Creo que me estoy volviendo uno de ellos, así que antes de perderme decidí escribir esto, que es una disculpa a mis amigos, como  un sollozo sin mucha fuerza por lo que me está pasando.

Y ahora el celular es una herramienta de expresión y comunicación en la que es más fácil ser leidos y vistos. Es un modo de conocer gente que es más afín con nuestros demonios y personalidades. Es una forma de buscar consuelo, de buscar alegrías y tristezas que pueden ser más sinceras que las que vivimos en carne propia. Es como entrar a otra dimensión. Ya no es un mal, ahora es parte de la vida de muchos.

Yo sé lo que es perder gente valiosa gracias a un smartphone, pero hasta ahora estoy viendo lo que es perderme a mi misma por uno de estos aparatos que nos hacen "modernos" y nos ayudan a no tener que mirar a nadie a los ojos.

Aun así hay días en los que extraño a mis amigos... A esos que no tenían smartphone.

-Lu

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...