martes, 13 de agosto de 2013

Malos días en Neptuno

Mis malos días siempre tienen un patrón...

5:45 a.m

Por lo general empiezan con un mal sueño. Siempre con el mismo tema, siempre mostrándome que hay cosas a las que aun les tengo miedo. Ese sueño siempre es con una persona en especial, con alguien que ya está muerto, con alguien que se vuelve a morir... Así que siempre me despierto asustada.

5:50 a.m

Cuando por fin abro los ojos estoy sudando. Me despierto con ganas de salir del sueño pero no de la cama, y me quedo allí, mirando el techo, esperando a que el cielo me devuelva las ganas de vivir y me quite esa sensación que yo sé que nunca me va a abandonar.

6:10 a.m

Me levanto de la cama por inercia, no porque tenga ganas. Me meto a la ducha y me lavo los sueños, espero a que lo bueno y lo malo se lo lleve el agua y se vaya por el sifón para llegar a las alcantarillas y contaminar la felicidad.


6:30 a.m

Como aun no se limpian los sueños, sigo en la ducha. Recuerdo que tengo una vida mal formada y cierro la llave, me pongo la toalla pero no me seco y mojo todo objeto a mi alcance, lo contamino con agua llena de mis sueños tristes y dejo los objetos llenos de tristeza hasta que llegue alguien más y los lave. Camino descalza por la casa y piso algo que me lastima, algo pequeño como un arete o una ilusión. Me quito la toalla y me miro el pie, me duele, ahora me duele el corazón, los sueños, la ilusión y el pie.

6:45 a.m

Han pasado 15 minutos y yo aun sigo mirando mi pie, con una expresión distraída. El frío me obliga a salir de mi letargo y me impulsa a vestirme con lo primero que encuentro. Como tengo muchos dolores y además tengo frío, decido ahogar mis penas en café. Me tomo un termo de café y un pan que demoraré en masticar una eternidad.

7:10 a.m

Ya voy muy tarde. Corro y no alcanzo el transporte. Era obvio que esto pasaría porque aun me duele el pie. Así que espero, sabiendo que ese día estaré condenada a llegar tarde a todos lados.

3:30 p.m

Para esta hora de la tarde ya me han dado malas noticias sobre mi trabajo, y lo peor es que aun no he almorzado. Decido comerme una empanada que me sabrá horrible y llamar a alguien con el que tendré una insípida discusión y terminaremos odiandonos por 30 minutos. Entonces, en ese momento de odio, recuerdo el sueño y lo sola que me siento, miro hacia atrás y noto que fue un mal día y que lo seguirá siendo.

8:30 p.m

He faltado a varios compromisos por razones ajenas a mi, así que decido irme a la casa pero el transporte publico me lo impide. Como es un mal día pasan mil cosas antes de poder llegar. En ese tiempo pienso en mi sueño y se me escapan algunas lágrimas mientras aumenta mi odio por los tumultos.

11:00 p.m

Llego a mi casa, llovió en el camino así que muero de frío porque no tengo secos ni los cucos. Quiero un abrazo de alguien pero no hay nadie. Me siento a tomar agua aromática y pienso en el mal día que tuve. Este es el punto donde me doy cuenta que entre todo lo malo pasó al menos una cosa buena. La cosa buena de hoy se resume en que "Un habitante de Neptuno apareció durante mi día y me sonrió" pero yo no le devolví la sonrisa porque estaba muy ocupada manteniéndome triste. Concluyo que el siguiente mal día lo abrazaré y le daré las gracias por sonreír aunque sé que ese día nunca llegará. Me voy a dormir junto a mi peluche de tortuga, sonriendo porque alguien trató de endulzar mi café amargo.

Y así pasan todos mis malos días, con pocas variantes y con un pesimismo contagioso. Evidentemente, cuando uno tiene un mal día lo único que debe hacer es comprar un brownie con helado, tinto sin azúcar y pensar que "En ningún día desastroso puede estar presente la lujuria".

- Lu

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...