Burlándose de la profundidad de los temas de las revistas en el país, surgió el título "Como afrontar la vejez sin parecer anticuado". Increíble pensar que la posibilidad de que se publique en un periódico o sea una nota en la sección de farándula de uno de los canales nacionales es bastante alta. ¡Señores! vivimos en un mundo lleno de mediocridad, donde moldean nuestra cabeza y la saturan de cosas banales con palabras bonitas.
Hace unos días me subí a un ascensor y dos estudiantes reían mientras leían la siguiente frase "El proyecto da complejidad a lo banal de la cotidianidad", se burlaban sin parar de la interpretación del evaluador sobre un proyecto que habían hecho en una noche ¿Si lo notan? un cúmulo de hojas sin importancia con una apreciación medianamente elaborada marca la diferencia en las calificaciones, publicaciones y citas periodísticas.
Pero nada de esto importa porque salió a la venta el iPad Air, porque el normal era demasiado pesado y el iPhone 5s porque el modelo anterior no es plateado… Mediocridad, mediocridad es lo que se respira. Mediocridad en el mercado, donde nos crean necesidades nuevas apoyandose en nuestras cabezas moldeadas que asimilan todo como cierto y de repente mueren por un celular de otro color o una nueva consola que trae un botón distinto. Mediocridad en la música que ahora no dura más de tres minutos porque no tienen más analogías para referirse al sexo y no saben suficientes groserías para agregar un segundo más. Mediocridad en el porno que ahora se basa en silicona barata para excitar las mentes ávidas de deseo generado por el permanente bombardeo del doble sentido, los labios, las tetas y los culos que venden como si fueran orgasmos embotellados. Mediocridad en las sonrisas fingidas, en los peinados postizos, en las imitaciones de arte y la ciencia del tarot…
- Mediocridad, eso es lo que nos sobra. - Grité una vez y mi grupo de trabajo se sintió ofendido porque por un segundo creí que podíamos salir del molde que hicieron especialmente para nosotros, ser mejores, trabajar por pasión, porque queremos, porque nos interesa el resultado...
Y ahora estoy aquí, escribiendo como si mis años se doblaran hasta construir una manta rancia que anhela la suavidad del pasado, como si hubiera vivido otra época, saboreado otros olores y visto amaneceres con ese color viejo característico de los recuerdos que denotan las arrugas…Pero no, no tengo vejez que afrontar y no puedo luchar con mi gusto por lo anticuado, porque nací vieja y odiando el ruido, los tumultos, los colores artificiales y la mediocridad.
No busco perfección, busco transparencia. No quiero riqueza, quiero calidad. Quiero recuerdos auténticos, necesidades reales como tomar agua en un desierto o abrazar a alguien a quien necesito cerca. Quiero poder ver a través de toda esa mediocridad y encontrar una sonrisa sincera, sin silicona, llena de miedos y prejuicios…Una sonrisa de esas que regala la vejez.
- Para mi amigo más viejo.
Lu.