Carlos:
Para ser sinceros... La verdad no existe, la transparencia se logra solo a la luz de una buena cantidad de dulce y traicionero alcohol o alguna sustancia que nos hace creer que nuestra realidad esta rodeada de franqueza.
La mentira está a la orden del día. Se puede pedir como mentira piadosa, cruel, blanca, negra, conveniente, interesada e incluso enamorada. Es tan común que se ondea como bandera en la rosa de los vientos, siendo motivo de orgullo de aquellos que encuentran el engaño como insignia para diferenciarse en la común personalidad de la gris monotonía... Es tan común que he decidido redactar en el computador y no sobre una hoja de papel, para así poder seleccionar y borrar el exceso de sinceridad y que tú, Carlos, no te sientas abrumado.
Y así vivimos, nos conformamos con la cómoda mentira por el placer de la falsa felicidad, y eso nos genera… Nos genera… Nada… Nada más... Un esquema, porque esta de moda esquematizar el corazón para encajar los sentimientos con lo que denominamos "realidad"... Y así olvidamos que los sentimientos no se eligen, pero sí pueden controlarse, porque una mentira dicha con convicción mil veces se vuelve una verdad a medias en el cerebro, y un candado se vuelve una emoción.
Y así entendemos que para ser sinceros, es mejor mentir... Pues nadie quiere la verdad, que está allí, apartada como una enfermedad mortal que no queremos que invada nuestro falso corazón.
- ¿Qué pasó con la verdad?…
- Ha desaparecido lentamente, así como el primer signo de interrogación…
Aparece eventualmente en algún escrito que destroza el corazón y corrompe la conformidad del alma, y por eso, solo por eso, es relegada otra vez al olvido, porque arruinó una falsa amistad y ahora no es posible pedir ese favor al rededor del cual se construyó todo, porque hizo que pelearan dos enamorados, porque demostró que la novia no lo estaba disfrutando como se debe, y su orgasmo surgió del delicioso pensamiento de imaginar que el niño que quería concebir le iba a dar todas las comodidades económicas que ella merecía por estar "haciéndole el favor" al novio que pensaba en ella, tal vez en otra, tal vez en mí... o tal vez en nadie.
- ¿Qué pasó con la verdad?…
- Ha desaparecido lentamente, así como el primer signo de interrogación…
Aparece eventualmente en algún escrito que destroza el corazón y corrompe la conformidad del alma, y por eso, solo por eso, es relegada otra vez al olvido, porque arruinó una falsa amistad y ahora no es posible pedir ese favor al rededor del cual se construyó todo, porque hizo que pelearan dos enamorados, porque demostró que la novia no lo estaba disfrutando como se debe, y su orgasmo surgió del delicioso pensamiento de imaginar que el niño que quería concebir le iba a dar todas las comodidades económicas que ella merecía por estar "haciéndole el favor" al novio que pensaba en ella, tal vez en otra, tal vez en mí... o tal vez en nadie.
Y así rellenamos la realidad con un ciclo de mentiras que nadie se molesta en señalar, y nos hacemos infelices por ese "te amo" que no dijimos o ese "lo siento" que dijimos sin sentir. Dejamos que lentamente todo ese veneno se apodere de nosotros y proclamamos que hemos "madurado" porque llenamos nuestros pensamientos con puertas cerradas y cintas de "no pase". Nos convencemos que si no lo decimos en voz alta no se hará realidad.
Y aquí estamos... Yo relleno las páginas con sinceridad ponzoñosa y tu observas con la curiosidad sepulcral que se ha vuelto tan cómoda y ahora hace parte de la mentira... Y aquí estamos y aquí no estamos, porque nos dejamos de ver hace varios veranos que prometimos que serían futuros... Que llamamos eternos... Y así seguimos sin seguir con la elaborada mentira.
Y así mentimos, aprovechando que la mentira está a la orden del día.
Así que pásame un cigarrillo y miénteme una vez más… Es mejor mentir.
Antonia
Agosto 19 - 2012