jueves, 27 de diciembre de 2018

Suspiros y cervezas.

Llovía a cántaros. Sofía se refugió en un café que parecía más una cantina abandonada.
- Hola Sofía ¿Cómo has estado? - Lina la saludó efusivamente.
- ¡Lina! - Sofía aún no la podía mirar a la cara.- ¿Cómo has estado? No te veía desde... - silencio incómodo.
- Muy bien. Ahora estoy muy bien. Me voy el otro mes a estudiar en Viena.
-¿Viena? ¿Qué vas a estudiar?
- Maestría en derecho comercial.
- Interesante
- Para nada, pero es lo que ahora da plata.
- De algo debemos comer ¿Y qué haces aquí?
- Escapo de la lluvia ¿Tú?
- Lo mismo.
- ¿Quieres un café? Yo invito - Se aventuró a decir Sofía
- Gracias, está bien.
Sofía y Lina habían sido grandes amigas. Sofía le había presentado a Goyo. Goyo se había encargado de romper a Lina. Sofía se sentía culpable.
- ¿Sigues con Nicolás? - Preguntó Lina mientras tomaban asiento.
- Oh, no. Ya no nos hablamos. Creo que él ahora está en Suiza - Respondió Sofía mientras se escondía en el menú.
- Lo siento. Que pregunta tan estúpida.
- No te preocupes, no terminó mal ¿Qué hay de tu vida?
- ¿Sentimental? Estoy de novia con un compañero de derecho. Es juicio, es un polo a tierra. Nos vamos juntos a Viena.
- Me alegro mucho.
- ¿Y tú?
- Yo salgo con... Alguien.
- ¿Lo quieres? - Lina observó a Sofía. Llegaron los cafés.- Lo quieres.
Sofía apretó fuertemente su pocillo. Se aferró a él.
- Pero... - Continuó Lina.
- Es sólo un juego.
- Quieres mucho a ese juego ¿No te quiere a ti?
- No, Lina. No me quiere a mí. Soy estúpida y no puede quererme a mí.
- Continúa...
- Yo...
Lina entendió. Hablar del tema iba a ser incómodo para Sofía, no sólo porque tenía un dolor casi físico en el pecho, sino por la naturaleza del mismo.
- Está bien. Creo que con la persona con la que menos deberías sentir vergüenza es conmigo. - Lina le tomó la mano con ternura a Sofía y continuó - Yo sé por lo que estás pasando. Yo te entiendo. Cuando Goyo llegaba con la sonrisa de Anne en sus labios yo no podía respirar. Anne y él... Escucha. Deja de perseguir quiénes son emocionalmente inaccesibles, entiende que tienes un vacío, pero llénalo con experiencias que no sean  autodestructivas. Ya verás como la sonrisa vuelve a tus ojos.
- Suenas como una tarjeta de felicitación. Parece que tus palabras las redactará un escritor barato.
- Burlate de mí todo lo que quieras, Sophie, pero ese agujero que tienes en el pecho es real. Ignorarlo lo va a agrandar, retirarte en cambio...
- Cambiemos de tema y de bebida, estamos muy trascendentales ¿Cerveza? - Dijo Sofía mientras se le aguaban los ojos.
- Por supuesto - Lina sonrió dulcemente.
Sofía se sumergió en la cerveza hasta olvidar que él la estaba usando para distraer los momentos de tensión y aburrimiento con ella. Pero por más que quisiera, el agujero en su pecho dejaba escapar suspiros y cerveza.
- Salud.
Belcebú.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Putamente difícil.

Estoy mamada que me la monten por ser mujer.

Es verdad que cuando menstruamos tenemos cambios hormonales que conllevan cambios de humor, dolor, debilidad y sueño (no en todos los casos), pero ¿Y qué? A un hombre lo soplan en un partido de fútbol y hasta llora... ¡A nosotras se nos desprende el recubrimiento uterino! Es una herida abierta y sangra ¿Cómo esperan que siga mi vida sin siquiera una molestia? Pero no me molesto porque estoy con la regla, me molesto por las injusticias, por el saboteo, porque me menosprecien, porque un tipo con un problema enorme de inseguridad me diga que no parezco profesional. Por eso sí me molesto.

Estoy cansada de tener tetas, de que digan "Seguro se acostó con el jefe para conseguir el trabajo", porque cuando eres mujer eres niña o puta, nada más. En realidad una mujer pocas veces llega a ser tratada como mujer, o es follable, o cuidable, pero no igual. Yo no llegué al trabajo buscando una figura paterna, mi padre hizo un buen trabajo y me enseñó a cagarla con orgullo y limpiar mi reguero con dignidad.

Hablemos de ser una niña. Yo tengo cachetes de menor de edad, voz de menor de edad,  ojos de menor de edad, pero estoy más cerca de los 30 que de los 18, aún así aún soy "niña". En eventos importantes, haciendo parte del comité organizador me han llamado "nenita", siendo jefa me han dicho "la niña", e incluso me han gritado cuando me he levantado y he dicho que los organismos del sexo femenino que podemos trabajar en este país somos mujeres, no niñas. No estamos jugando a trabajar, no necesitamos que nos lleven de la mano a cruzar la calle, no necesitamos que llamen a nuestros padres si un día no nos ven haciendo nuestro trabajo (juego, según tú). Somos mujeres, con ovarios funcionales y años encima, así que hago esta amable invitación a que se metan su "niña" blastoporo arriba (va para hombres y para mujeres).

Ahora hablemos de ser puta. Tiempo atrás, un ex novio me dijo: "Tú aprobaste esa materia (con mejor nota que él) porque el profesor estaba enamorado de ti". Enamorado. E n a m o r a d o. Es decir, mi belleza y carisma puede ayudarme a conseguir cualquier cosa que mi cerebro no va a poder. Resulta que el profesor no estaba enamorado de mí, solo disfrutaba trabajar conmigo mano a mano, como dos colegas, pero obvio, si no eres tierna y virginal entonces eres puta. Eres puta y te acuestas con tu jefe, eres puta y te le insinúas a todos, eres puta y te acuestas con todos (y con todos me refiero a solo uno, porque basta uno que diga que se acostó con una compañera para que los demás puedan decir "yo también", o tildarla de puta). Si no te acuestas con ninguno entonces eres una calientahuevos, porque obvio, si no eres virginal ni puta entonces eres calientahuevos, que es casi-puta, entonces yo lo pongo como "puta".

Señoras y señores: No me hace falta macho para ser feliz, tengo un vibrador que me hace venir en par minutos, se apaga cuando yo quiero, no me abraza en noches de calor y no me atraca la nevera al día siguiente. Si quiero una pareja es para tratarla como igual, para divertirnos, no para usarla como un desestresante indispensable porque - según ustedes- las mujeres no podemos vivir sin una verga entre las piernas. Pues no.

Hay miles de cosas que están mal en este mundo, y decirlas no me hace feminazi. Yo me rebelo contra lo que me molesta, y ahora, después de convivir con un montón de machos alfa- pecho peludo, y mujeres venenosas puedo decir que el término "feminazi" solo denota la falta de profundidad en los argumentos de quienes lo utilizan, porque no es lo mismo pedir igualdad que ser genocida, pero evidentemente no se le puede pedir profundidad a un charco.

Ya habiéndome desahogado, es hora de volver a ser la que la sociedad pide.

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Lula


domingo, 25 de noviembre de 2018

Domingos

Todos los días me levanto con ganas de estar muerta. Las ganas son recurrentes, no se quitan, no se lavan. A veces las olvido, cuando veo películas, leo libros o tomo cerveza, pero vuelven a mí.

He pensado mucho en cómo lograrlo. Sé que no puedo suicidarme, eso sería horrible para mi familia. Así que a veces paso la calle con el semáforo en verde, esperando pasarle el problema a alguien más. Fantaseo con que ese alguien es un asesino, un violador, o alguien que golpea a su mujer, así cuando lo encierren en la cárcel por homicidio no me de cargo de conciencia, aunque ya no importará, ya estaré muerta.

También pienso en las enfermedades. Soluciones como seguir fumando hasta que me de cáncer son tan consecuentes en estos momentos. Sería la solución perfecta si para mi familia no fuera escandaloso el cigarrillo.

A veces deseo que mi ex novio desequilibrado me mate, que un día se levante con la sensación de no poder más, tome un avión, llegue a esta ciudad y me mate. Sería un ejemplo de violencia y con suerte salvaría la vida de alguna o harían otra ley completamente inutil, como todas las leyes.

Entiendo que lo que me falta es una razón para vivir. Alguna vez una prima me dijo que su hija era su razón... Descargar en un hijo los deseos frustrados de suicidio me parece macabro, así que pedí cita para ligarme las trompas, pero la perdí por un viaje de trabajo.

A veces pienso en mis gatos. Sé que ellos van a estar bien, son gatos, podrían dominar el mundo si así lo desearan... Ellos estarán bien. Entonces pienso en una pareja, pero ya descargué mi alegría en alguien más y no funcionó, él es el que espero que me mate. Para completar esa situación, soy básicamente apreciada porque soy follable,  entonces amor, amor, lo que se llama amor, pues no. En algunas ocasiones soy apreciada porque no hay más. Tengo cariño asegurado hasta que encuentren algo mejor.
"Venga, observe, diviertase con el "mientras tanto". Vale solo un par de sonrisas y abrazos. Es desechable, amigable con el ambiente, reciclable". 

¡Bum! Esa soy yo. Soy una maldita científica sentada al lado de la ventana de su casa, secando unos cigarrillos con el encendedor de estufa, mientras esconde en el baño la bata para que no coja olor a vicio. Estoy segura que con lo que gasté en cigarrillos en los últimos 10 años pude pagar un terapeuta los últimos 5, pero ya no puedo hacer mucho.

Lo mejor será que me acueste a dormir, mañana podría por fin estar muerta.

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Lula

martes, 26 de junio de 2018

La ciudad del sol

Miles de bolsas danzaban al ritmo de los buses que dejaban a su paso una estela de esmog y cáncer de pulmón. La comida a medio pudrir se acumulaba en las esquinas, despidiendo un olor nauseabundo pero familiar para Lucía. Miró al cielo, "Este es el mismo azul del amanecer" pensó. Cualquiera que mirara al cielo en  ese momento no podría distinguir si estaba a punto de nacer o morir el día. Pero la gente ya no se detiene a ver los atardeceres. Lucía sí. No muy frecuentemente, sólo cuando la recordaba sin en realidad recordarla, sin poder dibujar su rostro en su cabeza, sin poder detallar sus ojos color café como el tinto que ella tanto amaba, o como la mierda. La recordaba sin siquiera recordar su nombre, solo su olor a formol, alcohol antiséptico, guantes de nitrilo, galletas y cigarrillo. La recordaba entre el grito desenfrenado de los loros y la luz que se colaba entre los árboles. Esa tarde no, esa tarde no la iba a recordar.
Su vida había tomado el rumbo que tanto había deseado y se iría lejos de esa odiosa ciudad, llena de lluvia pestilente e indigentes que gritan para detener el fin del mundo. Se iba de esa ciudad ajena, fría, solitaria. Se iba junto a la mujer que amaba, a recorrer las cálidas calles de otra ciudad que ofrecía cariño a manos llenas  y delicias gastronómicas... Se iba lejos, lejos del frío, lejos...
Se sentó a disfrutar uno de sus últimos cafés en ese peculiar establecimiento decorado con ilustraciones científicas de plantas, debidamente etiquetadas con el nombre científico, fecha de colecta, nombre de colector y lugar de colección. Cómo le gustaba ese lugar... Cómo odiaba esa ciudad.
Una voz nasal se abrió paso entre la música independiente y desabrida que alimentaba el espíritu esnobista del café. Llegó a los oídos de Lucía.
- ¡Lucía! Tiempo sin verla
- Gerardo ¿Cómo me le va? ¿Qué acontece en su vida?
- Nada, todo igual en la ciudad de nadie ¿Y usted qué más?
- Igual - Lucía mintió, no quería rumores ni despedidas.
- ¿Cómo está la doña?
- Cristina está bien, en la ciudad del sol. Estamos bien.
- Suerte la que tienen los que viven allá. - Gerardo suspiró. Lucía se sintió complacida, pronto ella haría parte de la ciudad de sol.
- ¿Cómo está Karen?
- Bien, también disfrutando de la ciudad del sol. Viene a visitarme la otra semana, podríamos ir por un trago.
- No quiero hacer un mal trío.
- No lo hará, Lucía. Usted siempre es buena compañía.
- Favor que me hace, Gerardo.
- Deberíamos planear un viaje a la ciudad del sol, podríamos salir los cuatro a Tapioca.
- ¿Cómo en una cita doble?
- Diciéndolo así, Luchi, me hace quedar como un imbécil.
- Disculpe usted, Gerardo. No era mi intención. Su oferta es muy amable, pero no me gusta ir a  Tapioca. Las discotecas concurridas no son mi espacio. En todo caso podríamos salir con Karen a tomar algo en la ciudad del sol.
- Comprendo. 

Lucía no tenía ganas de mantener una conversación sobre mujeres, sexo y el nuevo álbum de Gorillaz. No era el día para eso. Miró el reloj.
- Es tarde, debo irme. Fue un gusto encontrarlo, Gerardo.
- El gusto es mío, Luchi.
Lucía dejó el dinero del café sobre la mesa, tomó su libro, el periódico de ayer que siempre le regalaba la señora de la panadería, y se levantó.
- Lucía, espere... Usted tuvo algo con Adela ¿Verdad? - Gerardo clavó la mirada en el pocillo vacío de café de Lucía.
- ¿Por qué la pregunta, Gerardo? Yo tenía entendido que solo eran amigos...
- Con Adela nunca se era solo amigos... Ese día, en el concierto... Yo tuve cargo de conciencia un tiempo, pero al menos yo fui, usted no, y tampoco volvió a hablarme.
- ¿Cuál concierto?
- El de Gorillaz... Ella y yo eramos... Yo no iba a perder la boleta. Total, ya no había nada que hacer.
- Gerardo ¿De qué habla?
- Del funeral, Lucía ¿De qué más le voy a hablar? El funeral a que usted no fue. Yo fui solo un rato, hablé con el hermano y le dije que ya volvía, pero me fui al concierto con Karen... Adela nunca fue Karen, pero le tenía algo de aprecio.- Gerardo sacó el dinero para pagar su café y pidió la cuenta. Lucía tomó asiento.- Ella la quiso Lucía. Alguna vez me lo dijo. Y así no me lo hubiese dicho... Usted debió tener sus razones, pero debió ir, al menos un rato... O no. Usted tiene sus razones.
- Gerardo... Yo...
- No tiene importancia, Luchi. Olvídelo. Ahora soy yo al que se le hace tarde. Nos vemos el viernes donde Rogelio.
Gerardo se levantó y salió a toda prisa. Lucía se detuvo unos segundos a contemplar una ilustración de un Abutilon. Adela le había enseñado que en la base de esas flores uno podía encontrar néctar y endulzar las lluviosas tardes de la ciudad de nadie... Adela... ¿Qué pasó con Adela?
Salió a la calle buscando a Gerardo. Necesitaba una explicación. Lo vio montarse a un destartalado bus en medio de la lluvia.
Lucía había decidido alejarse de Adela cuando ella se mudó a la ciudad del sol. Sabía que estaba aburrida, pero no aburrida como se está un viernes en la noche cuando no se tiene amigos. Aburrida de verdad.
Era joven y había conseguido lo que se había propuesto: vivía en la ciudad de sol (sueño de toda persona que vive en la ciudad de nadie), tenía el trabajo que todos deseaban y tenía dos hermosas cacatúas que amaba como si fueran sus hijas. No era delgada, no pasaba hambre. No era atractiva. No le faltaba nada, lo había logrado. Y eso es peligroso cuando se es joven.
No tenía que preguntarle a nadie, ella sabía que había pasado. Las pastillas no habían hecho un buen trabajo. El concierto de Gorillaz había sido un lunes ¿Quién hace un concierto un lunes? Adela odiaba los domingos, la ensombrecían. Seguro fue con pastillas, le gustaban las pastillas ¿O habrá tratado de volar? Sintió náuseas, trató de no pensar en eso, en ella, en el pavimento, las pastillas, el frío.
Caminó por inercia hasta el bar donde habían ido a celebrar la graduación de Adela. Entró. Se sentó en esa mesa mirando a los peces que a ella le gustaba mirar. Pidió un Ron doble y una caipirinha, puso la caipirinha frente a la silla vacía, esa silla donde Adela se había sentado varias veces. Bebió el ron. Pidió otro. Bebió. Pidió otro. Bebió. Regó la caipirinha, como tantas veces lo había hecho Adela sin quererlo. Sonrió. Ella era torpe, torpe y graciosa... Era...
Se levantó, pagó la cuenta y se dispuso a empacar en cajas sus pertenencias. Sería una larga noche. A fin de cuentas, la vida sigue, y a Adela nadie podía salvarla...

Total, ya no había nada que hacer.

- Belcebú

martes, 22 de mayo de 2018

El día que el día fue violeta


Cuando recibió la noticia no le dijo a nadie. Se sentó en el suelo a mitad de la tarde y miró por la ventana por un largo rato. A fin de cuentas, ese lunes aún estaba desempleada.
Había desempolvado a Antonia, se había presentado con su mejor fachada y una capa espesa de maquillaje y seguridad a la entrevista que le cambiaría la vida.
La depresión no es una buena compañía a la hora de cerrar ciclos... Pues era hora de deshacerse de ella, o de los ciclos.
El sol se colaba entre las cortinas aún cerradas. El olor a ser humano enjaulado se hacía insoportable. Sofía abrió las cortinas, abrió las ventanas, respiró el aire fresco que ofrece la mugrosa capital,y corrió al baño para vomitar el desayuno que descaradamente había consumido sin preocupación a las 11 de la mañana.
Tenía que reaccionar. Llamó a Daniel, pero al pensar que debía pronunciar un par de palabras sintió miedo. Colgó. El aire se había hecho pesado y la luz del sol había perdido su calidez, ahora era gris, como si un narcisista decidiera ponerle el filtro a la vida para que su foto a blanco y negro disimulara las imperfecciones de su cara.
"De verdad quiero ese trabajo" Había repetido tantas veces en su cabeza. En algún momento lo quiso, ahora solo deseaba dejar de respirar.
Aunque lo intentara, dejar de respirar es fisiológicamente complicado, así que trató de ahogar sus impulsos autodestructivos en lágrimas. Lloró como si hubiera muerto alguien, como si hubiera muerto ella. Lloró hasta quedarse dormida sobre las frías baldosas del baño.
Había tanto que hacer que era mejor perder el tiempo. Salió a dar una vuelta y observó la sucia ciudad con ojos de amor. Esa ciudad que había maldecido tantas veces, de repente se veía como un paraíso atestado de desplazados, indigentes, drogadigtos y ladrones. Esa era su ciudad, allí nació y creció, allí fue feliz y se rompió, y por primera vez durante su existencia, la amó.
Fumó un cigarrillo y vomitó en el basurero. La vergüenza ya no existe después de tornarse rutina el vomitar en público cuando la ansiedad estruja.
Le escribió a la mujer que había querido en secreto durante los últimos meses, le pidió que se vieran. Habría deseado besarla ese mismo día en ese mismo momento,entre el olor de la fruta podrida, bajo el farol de la esquina, y los orines de los pobres perros callejeros que fueron maldecidos por algún esnob de buen corazón, que para alimentar su ego trató de rescatalos... Solo un beso, en medio de la mierda de paloma. Pero no, no pudo. El día era violeta, y los días violetas no se deben empezar cosas -ninguna cosa-, porque los días violetas son de divagaciones, y divagar, al igual que querer, es peligroso.

- Belcebú

domingo, 6 de mayo de 2018

Es hora de sincerarse

Es hora de sincerarse:

- Me atrae un hombre 17 años mayor que yo.
- Me encanta una mujer 6 años menor que yo.
- Temo a las relaciones.
- Puedo estar borracha de sueño.
- No sabía que me gustaban las aceitunas.
- Como mostaza porque es más saludable, espero amarla algún día.
- Me gusta amoldarme.
- Nadie me extraña.
- Estoy cómoda con el uso.
- Le temo al abuso.
-  A la 1 a.m siempre suena la alarma de algo cerca a mi habitación.
- Estoy completamente cómoda en silencio, eso me ha costado un par de "amistades".
- Detesto la palabra completitud.
- Tengo personalidad "adictiva".
- Le temo a las 3 a.m.
- Hoy quería volar.
- A veces hago galletas en la olla pitadora.
- En mi casa asustan.
- Desayuno cerveza cuando hace calor.
- Tomo vino caliente regularmente.
- Abrazo mi miedo y lo llamo Josefo.
- Reciclo conversaciones.
- He estado comprometida dos veces.
- Temo hablar en otro idioma.
- Gasto más pilas de las que me gustaría aceptar en mi dildo.
- Me gusta preguntarle a las personas si les sirvo, es más honesta su respuesta.
- Tengo algunos amigos pero suelo sentirme profundamente sola.
- Me gusta que las personas que me gustan no me pongan atención.
- Tengo un posgrado.
- No sé si se escribe postgrado o posgrado.
- Tuve dos trabajos mientras estudiaba, eso me jodió todo.
- Me da miedo Paganini.
- Amo a Paganini

domingo, 22 de abril de 2018

Lorena

Yo sé que no me quieres, Lorena. No me quieres ni un poco, Lorena. No me quieres nada.

Yo sé que no me quieres, Lorena. También sé - y no me enorgullezco- que yo a ti sí... Ese es el típico drama de la adolescencia, pero ¿Qué más me puedes pedir, Lorena? Nos conocimos en esa época.

Yo sé que no me quieres, Lorena. Sé que me usas, que me haces daño ¡Lorena, me haces daño! Yo sé que te escribo, te he escrito mucho y repetidas veces te pienso. Sé que te extraño, Lorena. También sé, Lorena, que para ti soy un "mientras tanto", mientras arreglas las tensas situaciones con tu pareja, mientras él vuelve de viaje, mientras te puedes ir a vivir con él. Lorena... Yo sé que él te quiere.

Yo sé que no me quieres, Lorena.

Él y yo sabemos que tienes un problema ¡Lorena, tienes un problema! No es el típico drama adolescente donde un híbrido entre niña y mujer se enamora de un alma perturbada, atormentada por las hormonas que se solapan sobre su juicio. No Lorena, tú tienes algo peor. Tú necesitas ayuda. Tú, Lorena. Cada vez que me acerco a abrazarte y regalarte un poco de mi falsa calma, tú, Lorena, me ahogas en vodka mientras me apuñalas con tus palabras, me nublas la vista, la razón, el alma.

Yo sé que no me quieres, Lorena, y sé que las palabras duelen. Las palabras de quien quieres, duelen más. Lo que dices duele más, Lorena. Las palabras tienen el poder de destruir en un instante las bellas fantasías que se crean en frágil desequilibrio. Las palabras duelen, Lorena. Y tú lo sabes. Tú lo usas. Tú me usas, Lorena ¿Por qué me usas?

Yo sé que no me quieres, Lorena. Y cuando ya no te sirvo, me botas, Lorena. Me botas. Me botas como botas las botellas vacías de vodka. Me vacías y me botas, sin ningún tipo de remordimiento ¿No te da cargo de conciencia, Lorena? Yo solo procuro que estés bien, Lorena. Yo solo quiero que sonrías, y seas la Lorena que conocí hace 15 años. Extraño a esa Lorena, aún la quiero ¿Por qué te aprovechas?

Yo sé que no me quieres, Lorena. Pisoteame, entonces. Pisoteame hasta que ya no aguante. Lorena, pisoteame hasta que me quiebre, me siente en una esquina de tu cuarto y rompa en llanto, para que así tú, Lorena, puedas regodearte en la alegría de saber que tienes mis entrañas en tus manos y que puedes destruirlas.

Pero Lorena, ten esto presente: No alejes a quien te quiera, porque en este mundo gris, Lorena, en este mundo gris que está cagado y se traga el alma de los soñadores, hay mucha gente dispuesta a comerte y muy poca a quererte. Ten cuidado, Lorena, porque estás acostumbrada al cariño, y cuando te veas sola, cuando por fin te veas sola, Lorena, puede que te duela. Puede que te duela, Lorena, puede que te duela mucho. Puede que llores. Y ese dolor, Lorena, ese dolor no es tan fácil de quitar como la mancha de mi labial en tus comisuras.

¿No te duelo, Lorena?

-Lula


lunes, 16 de abril de 2018

Los Aficionados

Una aficionada, una persona que solo lo hace por gusto, por gana. Sin preparación, ni tempos, sin ritmos ni rimas.
Una aficionada que se deshace haciéndolo, suda bailando, sonríe soñando, escribe borracha.
Solo una persona, un grupo de personas, un tumulto de personas. Todos ignorantes, pero con ganas, con amor, con odio, con visceras y corazón.
Un solo sueño despierta a la aficionada y le hace creer que es magia, que es fuego, que a pesar de estar en el tumulto, está bien.
Solo un sueño nos hace creer que somos verdes, rosas, violetas, naranjas, rojos, buenos.
Esos sueños que vienen con las noches de insomnio, las charlas interminables, las cervezas agotadoras, los orgasmos memorables, la culpa, los hongos y el humo de los cigarrillos. Y esos sueños que saben a espuma, a metal, a adrenalina corriendo por nuestros miedos y agolpándose en la cabeza, son los que nos entregan a momentos infinitos de tambores retumbando en el pecho y en las manos, a sonidos agradables que nos envuelven en el sentido de la nada, de la disociación voluntaria, en la conciencia de nuestra individualidad como parte del tumulto agolpado al rededor del alcohol, las fogatas y la peste.
Y los fanáticos, poco acostumbrados a sentir fuego en el corazón, en los riñones y en la cuenca de los ojos, solo podemos intentarlo... Y vamos por la vida intentado dibujar, escribir, leer, bailar, culiar, sonreír y olvidar. Vamos imitando chefs profesionales para pasar un momento íntimo al rededor de un fogón, imitando músicos virtuosos olvidando nuestra terrible voz, dibujando sin entender de proporciones, caminando sin detenerse en los detalles, nadando en arenas movedizas y lodo con un agradable olor a tierra mojada. Porque somos solo aficionados y disfrutamos de eso.
La torpeza de los aficionados,  es la felicidad de nosotros, los idiotas.

- Belcebú

jueves, 5 de abril de 2018

Es ser

Es para eso. Es para follar, abrazar y de vez en cuando llamar.
Es para no aburrirse, preguntarse, sentirse mal.
Es para subir el ego, crear un cuento y desfigurar.
Es un buen rato, un domingo de letargo, un miércoles lluvioso.
Es desechable, dispensable, defectible, prescindible.
Es más costumbre que deleite.
Es más tetas que sesos.
Es ser... Es mi ser.

domingo, 18 de marzo de 2018

Hay una tormenta.


Hay una tormenta.

Puedo ver las copas de los árboles meciéndose con letargo en el horizonte, como si danzaran ante la inminente caída de un relámpago.
Puedo escuchar el viento cantarme, con una violenta dulzura. Puedo escuchar mis ventanas responderle, reafirmando su fragilidad.
Puedo ver entre el vaivén de las gotas de lluvia.
Puedo sentir el olor de la tierra, que brota como si diera vida a un nuevo respiro, como si pudiese respirar y exhalara.
Puedo escuchar los truenos y ver los relámpagos. Es encantador como iluminan el cielo. Es reconfortante el miedo que producen.
Puedo sentir el frío que arrastran las nubes cuando se deslizan sobre las montañas capitalinas y abrazan los repugnantes edificios donde vivimos.
Puedo verlas, sentirlas, escucharlas, olerlas, saborearlas...
Puedo ver la sucia lluvia de ciudad cayendo sobre mi balcón.

martes, 6 de marzo de 2018

No estaba bien,
Yo nunca estoy bien.
Estabas tú,
Sentado, intrigado, 
Sabiendo escribir. 
Y estaba yo,
De pie, pasmada
Queriendo leer. 
Y por un instante,
Solo por un breve instante,
Fuimos interesantes,
Y estuvo bien. 

lunes, 19 de febrero de 2018

Incómoda

No soy de carne y hueso. Soy de papel, de papel mojado, de papel maché sin secar. A veces soy de poliestireno expandido y seré inmortal. A veces soy de tela y con la lluvia me vuelvo pesada. Hay días en los que soy de mierda y vómito, días en los que no quiero ser pero no puedo evitarlo.

A ratos soy de maíz, soy comida para los pájaros. Unos días soy de cigarrillo, otros soy de humo. Soy el brillo de una estrella muerta, tal vez soy algo estúpido. Soy besos al aire, nubes de smog, sueños rotos, remiendos... Soy de trapo, soy de retazos, soy de sobras, soy sinápsis.

Soy de átomos, de células, tejidos y órganos. Soy una más, soy un bulto más en la fila, una gota más entre la lluvia, soy los acordes de una guitarra de un mal intérprete. Soy el experimento de un científico, soy el intento de mis padres, soy la pasta que se quedó fuera de la nevera y se echó a perder.

Soy mil seudónimos. Soy varios rumores. Soy la perra, soy la que nunca se entera. Soy la bruta, la frígida, la fácil, la rara. Soy el recuerdo de alguien. Soy un muy corto orgasmo. Soy un espejo roto, un encendedor que ya no sirve. Soy el desorden de mi cuarto, de mi cabeza. Soy un té amargo y barato. Soy un disfraz, un libro roto, una tortuga en su caparazón.

Soy un mal estereotipo. Soy torpe, soy un cúmulo de algo. Soy un perfume. Soy el último libro que leí, un mal cuento, un dibujo de pocos colores, una madrugada lluviosa, una paloma con tumores. Soy a quien no recuerdan en las fiestas, soy el sabor a vodka con naranja, soy quien se va sin despedirse.



Soy amor,  emoción,  miedo. Soy oscuridad, ira, secretos,  diarrea verbal, la que no sabe escribir, la manzana maltratada al fondo de la canasta. Soy ansiedad, soy violeta, silencios incómodos, lujuria,  gula, soy una receta. Soy predecible, descifrable, superficial, plana. Soy afortunada... Porque tengo tetas. Soy desafortunada... Porque tengo tetas. Soy el secreto culposo, soy a quien nunca presentan, soy un puré de papa. Soy la critica de frente, la que llora de espaldas, soy la que abraza de lejos, la que besa sin cariño.

Soy quien desee, soy con quien esté, soy todos esos "no" que nunca pronuncio. Soy una larga secuencia de malas decisiones. Ya no soy verde, ni naranja. Ya no soy de acuarela y anhelos, ya no soy de pensamientos, soy de impulsos. Ya no soy delgada, ya no soy exitosa, ya voy atrasada. Ya no soy un mar, ahora soy un río, ya no soy magia...

A veces, ya no respiro.

--
Lula

Lejos

Volvió a leer el cuento corto. Ya lo sabía de memoria, pero le gustaba vivir en una vida que no era de ella. Cerró los ojos y se imaginó all...